UNA VISITA AL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES DE MADRID -2-

                                           CONTINUACIÓN DE LA VISITA AL MUSEO
                                                                               -2-
                   

            Acabado el recorrido por la Sala del Guadarrama, pasamos a la siguiente sin la menor indicación de que haya cambiado el objetivo inmediato de la visita, ni el ambiente, ni pista alguna del tipo de fauna que vamos a ver.
 Entramo, ya,  en una sala amplia cuyo contenido más interesante voy a comentar

                      FAUNA VARIADA  de la SALA INTERMEDIA

No he encontrado la razón que justifique la exhibición en esta Sala de animales tan distintos, de tan diferentes especies. Hay en ella un “totum rovolutum” que se deberá a algún motivo, desde luego, pero no se me alcanza cuál sea. Sin embargo, contiene una vitrina en el centro con la escena familiar que más me gusta de todo el Museo. Es la de El zorro.


 Es una estampa, a mi parecer, preciosa. Representa una zorrera, una cueva que sirve de guarida al zorro. Delante de ella, descansando, el zorro macho, tumbado sobre un flanco, la cabeza reposada en el suelo, junto a la familia. A su izquierda, en un suave montículo, vigilante, la hembra, la zorra (a la que en más de una ocasión tuve que aclarar, ante la sorpresa pícara de alguna visitante por el empleo de esa equívoca denominación): Sí,  “la raposa” o “la vulpeja”,; la zorra, digo, rodeada por sus zorrillos  (o zorreznos) que, tranquilos, parecen descansar tras haber dado buena cuenta del palomo o la tórtola, cuyos restos y plumas hay a su alrededor.
Es el Zorro un mamífero omnívoro, emparentado con el perro, el lobo o el chacal. De mediano tamaño; menor, desde luego que sus parientes citados; de cabeza chica, fino hocico y espesa cola, con ojos inteligentes. Suele hacer vida solitaria y son monógamos. La hembra, fértil solo durante unos días, suele parir de dos a seis cachorros de los que cuida, en una camada, durante un par de meses. Vive no más de doce o catorce años. No admite fácilmente la domesticación y suele considerarse como el icono de la astucia por su facilidad para encontrar artimañas con las que conseguir sus presas. También, por otro sector de los humanos, se le considera como una alimaña, precisamente por su facilidad para apoderarse de los animales de corral. Caza cualquier cosa, desde saltamontes a pequeños roedores 
Es original su forma de caza, especialmente en los tipos que viven en la nieve: Descubierta la pieza, bajo la nieve, saltan en vertical sobre ella desde gran altura para lograr su alcance. 


Detrás de la vitrina del zorro está la de El Lobo.
 Bonita representación de la familia de este controvertido animal. Suele ser objeto de tenaz persecución y, a los niños es frecuente que se les presente como un animal malo. Pero, no es un animal malo. No es, en la vida real, ese ser atroz que se “come a la abuelita” en el cuento de Caperucita. Es, sí, un animal que se alimenta de otros muy diversos y generalmente más pequeños que él; a veces de animales domésticos. Pero tal comportamiento tiene su explicación:
 Como animal carnívoro, el lobo necesita recorrer amplios espacios de terreno hasta encontrar aquellas piezas que constituyen su alimento. Inicialmente, antes del desarrollo de la civilización humana, disponía de un extenso hábitat, que no coincidía con núcleos de población que, por su propia naturaleza, evitaba. Pero el hombre, al trasladarse a las ciudades, creando nuevos núcleos urbanos y ampliando los anteriores, ha invadido los campos limítrofes, limitando los espacios que antes eran del dominio del lobo, de modo tal que ha sido la actividad humana la que ha propiciado la cercanía del lobo a sus hogares y el temo r de sus moradores a los daños que, por su cercanía, los lobos pudieran causarles. En la vitrina, sobre un alto del terrero, se muestra al macho, oteando el horizonte; en un nivel inferior la loba, de tamaño -como sucede en la realidad- algo menor; y, al pie, el lobezno.

 Atendiendo a sus características, el lobo es un mamífero, animal carnívoro de tamaño medio, cubierto de abundante pelo y con un olfato y vista extraordinarios. Son reconocidos por su natural inteligencia y su astucia que dejan de manifiesto en su coordinación para la caza de animales de, incluso, mayor tamaño que el suyo. Se desplazan sobre sus largas y fuetes patas, que tienen cinco dedos en las delanteras y cuatro en las de detrás, lo que le permite ágiles desplazamientos de larga duración que les facilitan la caza del animal perseguido. Porque los lobos son animales gregarios, y muy sociables, que se desplazan en manadas, conducidas por un macho, el macho “alfa”. Voy a acompañar esta nota con una vista tomada del e-mail recibido a finales de agosto de mi amigo Carlos Juan, excelente informador de las más curiosas y variadas noticias, como prueba este correo que explica mucho mejor que yo podría hacerlo, el comportamiento del lobo en orden de marcha: 


          La manada, formada por un par de docenas de lobos, camina, llevando delante a los animales enfermos, que condicionan el desplazamiento del grupo. Les siguen unos cuantos lobos fuertes como protección; a continuación, las hembras, que, merecedoras de la mayor atención del conjunto, van seguidas de otro grupo de machos dispuestos a defenderlas; cierra la marcha el macho alfa.





Junto a la vitrina del Lobo hay unas estanterías más pequeñas donde se muestran interesantes animales de la fauna aviar. Vamos a destacar La cigüeña.

 Es un ave migratoria que gusta de ambientes templados, salvo para hibernar, pues entonces regresa a lugares donde no se note tanto el frío de la estación. Normalmente se traslada de Marruecos a Polonia, pasando por España en la temporada de primavera.  En los últimos años, como precursora de los cambios climáticos ostensibles en la Naturaleza, suele estacionarse en algunos lugares de nuestro país, donde vive permanentemente. Su característica predominante es la gran alzada que le dan sus largas patas, lo que le hace figurar entre las aves zancudas, de las que también forman parte la grulla y la garza, cuyas figuras se exhiben en esta misma Sala. 
En cualquier caso, es admirable la imagen de la bandada de cigüeñas desplazándose en el cielo con sus alas desplegadas, avanzando con vuelo rítmico y pausado. Es un ave de mediano tamaño, cubierta de plumas blancas, dolor que la caracteriza, aunque sus alas son negras en la parte final, y su pico es rojo. Se alimenta de pequeños animales que alcanzan con su largo pico. Anidan las cigüeñas en lugares altos, normalmente en las copas de los árboles o en las torres de los edificios, especialmente en los campanarios, y para construir sus nidos utilizan todo tipo de elementos: ramas, papeles, trapos. Por eso, puede decirse de ellas que son peligrosas; y no, por sí mismas, sino por esa costumbre, ya que, como siempre vuelven al mismo nido que cada año completan con nuevos materiales, llegan un momento en que se han acumulado tantos, que el nido, por exceso de peso, hunde el techo sobre el que se construyó. No podemos olvidar (o, al menos en el siglo pasado era fácil tener presente - con otra formación cultural en los niños- ) la imagen infantil de la cigüeña como portadera del bebé recién nacido que la cigüeña ”traía de Paris”.

En la parte opuesta de ésta, se presentan nuevas figuras dignas de atención:

El Lince Ibérico destaca por su belleza. Es un mamífero carnicero de la familia de los félidos que no suele tener tamaño superior los setenta centímetros. Se alimenta de conejos, roedores y aves.  De color pardo amarillento, tachonado con manchas negra; grandes patillas y pinceles, que parecen antenas, en las orejas. Vive en solitario (salvo en la época de celo), ocupando los más recónditos parajes del monte. Además de por su piel, se caracteriza por su vista, proverbial, (es corriente el dicho “tener vista de lince”), por su oído sorprendente y por la suavidad de su desplazamiento, debida a las almohadillas entre las que esconde sus garras. Su cola es poco común: es un animal “rabote”. La hembra, de menor tamaño, suelen tener camadas de no más de dos crías, tras un periodo de gestación de 9 / 10 semanas.

            A la izquierda de la anterior esta El Urogallo.
          Es un raro animal, en peligro de extinción por el desarrollo de la actividad humana. Su dimorfismo es la principal característica: Como en el pavo real, la apariencia del macho es sobresaliente en relación con la de la hembra, que tiene el triste aspecto de una vulgar gallina. También de modo parecido al de aquel, pero diríamos que “a lo pobre”, puede el macho exhibir una cola formada por plumas
desplegadas en forma de abanico. Bajo el pico,
un grupito de plumas se agrupa formando algo parecido a una barba. No le favorece el color de su plumaje, que suele oscilar entre el gris y el pardo oscuro, entremezclado con plumas blancas y, en el pecho, con reflejos en verde. Habita en lugares agrestes y montañosos, ligeramente arbolados, preferentemente con pinos o hayas, en cuyas ramas suele reposar. El macho suele reclamar a las hembras en la época de celo, emitiendo unos grititos brocos, a los que -se dice- debe el animal su nombre por ser similares a las llamadas del extinto uro salvaje. Se desplaza con dificultad y con vuelos cortos. Este comportamiento es una de las causas por las que se va extinguiendo, pues las construcciones, nuevas vías y obras de los humanos dificultan la comunicación de las zonas ocupadas por los grupos de urogallos, cuyas hembras, además, anidan en el suelo en lugares fácilmente asequibles a sus predadores. En España, solo quedan algunos ejemplares en los montes de Santander o de Asturias.

            En las proximidades del Lince, hay un animal cuyas peculiaridades le han valido para pasar a los cuentos de fantasía y libros de niños. El Búho.
          Un animal extraño, ya desde su propio nombre, desde su enfoque gramatical. Parecería una palabra bisílaba y sin embargo es un monosílabo, cuyo diptongo-a pesar de la “h”- queda roto por el acento prosódico. De ahí que la vírgula esté gramaticalmente bien puesta, ya que si fuera una bisílaba no podría llevar acento. 

Es un ave carnívora y predadora, nocturna, que habita en lugares arbolados o boscosos. La suavidad de su vuelo le caracteriza. Pero también su aspecto: su cara redondeada, sus enormes ojos redondos con iridiscencias anaranjadas, de fija e inquietante mirada, las “orejas” que forman las plumas de su cabeza…. Todo es raro en esta ave que desarrolla su actividad durante la noche, ya que la amplia capacidad de visión que tiene hasta con escasa luz, le facilita la caza de los animalillos de los que se alimenta. Para esta actividad le resulta también muy útil su capacidad de girar la cabeza. (Se afirma que la puede girar totalmente, es decir, 360º; No es cierto: el giro nunca será superior a los 270/280º) . En efecto, posado el animal sobre la rama del árbol elegido, protegido por la oscuridad de la noche, puede, sin mover el cuerpo y solo con girar la cabeza, detectar la presencia de cualquier movimiento en el bosque; y por consiguiente la presencia del animal sobre el que con su asombrosamente silencioso desplazamiento puede pillar descuidado. No es menos sorprendente la ostensible y singular diferencia entre el hermoso plumaje del adulto y el plumón lanoso del buhito, fácilmente apreciable en la imagen que se contempla.

En la parte opuesta de esta Sala hay una gran vitrina donde se recoge una escena de la vida de un animal del que poco se habla en la actualidad. 
Se tratade de La Avutarda

Es un ave de gran tamaño, similar al pavo, tan conocido en nuestros pueblos. Incluida entre las aves esteparias, es un animal gregario, que ocupa con preferencia los terrenos de secano, barbechos, viñas y praderas abandonadas. Su alimentación es variada; aunque preferentemente buscan granos y vegetales, no desechan la posibilidad de comer insectos y pequeños animalillos. El macho es mucho mayor que la hembra de la que se diferencia además porque tiene una especie de bigotes, que a la hembra le faltan. Debido a su volumen se mueve lentamente. (Ya su propio nombre lo anuncia “Avu-tarda”, palabra derivada del latín:” ave lenta”). No es un ave muy voladora, prefiriendo desplazarse caminando y huir corriendo antes que volando, aunque en el vuelo puede alcanzar velocidad tal que les permite escaparse del acoso de predadores como los zorros. Como sucede a los pavos, los machos durante la época de celo manifiestan su tendencia al acoplamiento con una llamativa sucesión de movimientos de cabeza y cuello con ahuecamiento de las alas, en una forma a la que los lugareños solían denominar “hacer la rueda”.

Detrás, una pequeña vitrina nos muestra un siempre simpático animal que fue la especie preferida para el entretenimiento de la nobleza en la edad media y comienzos de la moderna. El halcón.
  Un ave rapaz de tamaño medio. Es el más veloz de los animales que surcan el aire. Sus alas, elemento esencial en este animal, son estrechas y afiladas, lo que facilita un eficaz desplazamiento. Su pico ofrece la característica de que en la parte superior tiene una especie de sierra que le permite quebrar el esqueleto del animal cazado. Ofrece un extraordinario dimorfismo sexual ya que la hembra (en este caso, la hembra, como en la mayoría de ls aves rapaces) es mucho mayor que el macho. Su alimentación preferida son las aves de tamaño similar al suyo o más pequeñas, pero, como carnívora, también se alimentan de cualquier otro animal, normalmente cazado al vuelo. De color negro azulado salvo el vientre y la parte interior de las alas que muestra una tonalidad blanca, tiene muchas especies similares como el azor, el gavilán, el cernícalo... Para vivir prefiere los cantiles que dominan amplios valles poblados de encinas o alcornoques donde le es más fácil encontrar alimento, pero tampoco desechan ocupar zonas aisladas de las ciudades. Sus nidos los suelen hacer en huecos de las rocas situadas en lugares altos y en la nidada no habrá más de tres o cuatro polluelos.  En épocas pasadas, su utilización y adiestramiento fueron objeto de preferente atención de nobles y cazadores, los cuales los preferían para la caza en lugares abiertos. Sin embargo, para la caza en lugares arbolados era preferido su primo el azor, porque éste, aunque tiene menor velocidad de desplazamiento, tiene la virtud de adaptarse fácilmente para seguir a las presas entre el ramaje de las zonas arboladas.

Camino de la salida, hay una hermosa vitrina que ofrece a nuestra contemplación la estampa agreste de dos distintos ejemplares de un nuevo bóvido: El rebeco. 
Si hay un animal que sorprenda por su desenfadado desplazamiento entre los riscos montañosos, escalando las laderas de la sierra, o por sus impensables y seguros saltos entre las escarpadas paredes de sus macizos, o por sus saltos impredecibles y segura carrera mientras desciende con agilidad y soltura por sus paredes rocosas, ése no puede ser otro que el Rebeco, también conocido como la gamuza.  De gran parecido con la cabra montés, a la que incluso supera en agilidad a causa de la mayor anchura entres sus pezuñas, este mamífero herbívoro vive en reducidas manadas, capitaneadas por la hembra alfa, a las que, en la época de celo y para cumplir su función natural, se une los machos, que entretanto suelen vivir independientes, solos o formando pequeños rebaños.

La cornamenta es de tipo óseo, como propia de un caprino, y, desde luego, poco vistosa: Un solo apéndice que crece, y no mucho, en forma de un siete invertido. Posee este rumiante un fino olfato y un oído prodigioso, con los que suple su torpe visión, para evitar el encuentro con sus depredadores naturales, en que, desgraciadamente, se cuenta el hombre. En esta especie el macho es algo mayor que la hembra.

Antes de salir, en una vitrina escondida, se encuentra El oso.

El ejemplar que tenemos a la vista fue donado al Museo por su cazador, el rey Alfonso XIII. Nos muestra al único representante de la familia de los osos, que podemos encontrar viviendo en libertad en España. Es, quizás, el menos significativo, ni por su presencia, ni tamaño, ni color. El oso grizzli, con su poderosa estampa; el oso polar, blanco, tan unido a las estampas árticas; el oso negro americano, gigantesco; incluso el simpático el oso panda, como ejemplos, nos producirían una impronta más estimable que esta figura; acaso porque ésta la tenemos más a nuestro alcance. Pero, es lo que hay: un oso pardo.

Es un mamífero, omnívoro, como el hombre, al que supera incluso en la capacidad de elegir alimento ya que no desdeña ni raíces, ni animales en descomposición. Proverbial es la especial inclinación de los osos por la miel y el dulce, en general. Su cuerpo es de grandes proporciones y su espíritu, apacible, lo que facilita su domesticación. Normalmente la hembra vive acompañada por los oseznos, mientras que el macho vive solo, acercándose a la hembra solamente en la época del cortejo.  Su hábitat normal lo forman las zonas montañosas, donde por lo general se desplaza a pie y lentamente; tiene sin embargo, gran facilidad para erguir su cuerpo manteniéndose como los humanos, lo que hace durante las peleas entre ellos mismos o para alcanzar algún fruto elevado. Su pelaje muy denso le sirve da abrigo y protección. Concretamente, esta especie tiene como característica una pequeña giba o chepa entre la cabeza y el cuerpo

Ya le decía adiós a esta Sala cuando, echando la vista atrás, me di cuenta de que arriba, sobre el dintel de la puerta que comunica con el salón de trabajos, inaccesible a los visitantes, estaba, vigilante, El Cóndor.

Es el ave voladora, viviente, de mayor corpulencia de nuestro planeta; como ninguna otra, puede alcanzar alturas de hasta 6.000 metros,  aprovechando las corrientes térmicas ascendentes. Habita en América del Sur, en la cordillera de los Andes. Su color negro solo está roto por el blanco de las plumas que adornan su cuello y cubren sus alas, la desnudez de su cabeza (propia de los buitres) y su cresta de color rojizo.. Tal presencia, junto  con su peculiar pico ganchudo acaba por configurar una imagen que, si es sublime durante el vuelo, resulta un tanto desagradable en estado de reposo. y con las alas plegadas. A configurar este aspecto poco favorable contribuye el recuerdo de que se trata de un ave carroñera, que solo se alimenta de otros animales, o restos de animales, en descomposición. A diferencia de las aves rapaces, sus uñas son cortas y escasamente curvas, con el dedo posterior alzado, de forma tal que facilitan su desplazamiento caminando. El macho es ligeramente de mayor envergadura que la hembra, la cual suele poner un solo huevo que cuidan ambos padres en el nido, para el que suelen elegir las cuevas o huecos que ofrecen las montañas, procurando que queden situados hacia oriente para recibir pronto los rayos del sol.

Y, ahora sí. Con el recuerdo aun presente de este tema, voy a poner punto final a la visita de esta Sala mientras me figuro oír, con deleite, los compases de “El cóndor pasa”, música peruana, y casi himno nacional de los países andinos, en versión interpretada por la típica zampoña del altiplano.





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