UNA VISITA AL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES DE MADRID -2-
CONTINUACIÓN
DE LA VISITA AL MUSEO
-2-
Acabado el recorrido por la Sala del Guadarrama, pasamos a la siguiente sin la menor indicación de que haya cambiado el objetivo inmediato de la visita, ni el ambiente, ni pista alguna del tipo de fauna que vamos a ver.
Entramo, ya, en una sala amplia cuyo contenido más interesante voy a comentar
FAUNA VARIADA de la SALA INTERMEDIA
Es una estampa, a mi parecer, preciosa. Representa
una zorrera, una cueva que sirve de guarida al zorro. Delante de ella,
descansando, el zorro macho, tumbado sobre un flanco, la cabeza reposada en el suelo, junto a la familia. A su izquierda, en un suave montículo, vigilante, la
hembra, la zorra (a la que en más de una ocasión tuve que aclarar, ante la sorpresa pícara de alguna visitante por el empleo de esa equívoca denominación): Sí, “la raposa” o “la vulpeja”,; la zorra, digo, rodeada por
sus zorrillos (o zorreznos) que,
tranquilos, parecen descansar tras haber dado buena cuenta del palomo o la
tórtola, cuyos restos y plumas hay a su alrededor.
Detrás de la vitrina del zorro está la de El Lobo.
Bonita representación de la familia de este controvertido animal. Suele ser objeto de tenaz persecución y, a los niños es frecuente que se les presente como un animal malo. Pero, no es un animal malo. No es, en la vida real, ese ser atroz que se “come a la abuelita” en el cuento de Caperucita. Es, sí, un animal que se alimenta de otros muy diversos y generalmente más pequeños que él; a veces de animales domésticos. Pero tal comportamiento tiene su explicación:

La manada, formada por
un par de docenas de lobos, camina, llevando delante a los animales enfermos, que
condicionan el desplazamiento del grupo. Les siguen unos cuantos lobos fuertes
como protección; a continuación, las hembras, que, merecedoras de la mayor
atención del conjunto, van seguidas de otro grupo de machos dispuestos a
defenderlas; cierra la marcha el macho alfa.
El Lince Ibérico destaca por su belleza.
Es un mamífero carnicero de la familia de los félidos que no suele tener tamaño
superior los setenta centímetros. Se alimenta de conejos, roedores y aves. De color pardo amarillento, tachonado con
manchas negra; grandes patillas y pinceles, que parecen antenas, en las orejas.
Vive en solitario (salvo en la época de celo), ocupando los más recónditos
parajes del monte. Además de por su piel, se caracteriza por su vista,
proverbial, (es corriente el dicho “tener vista de lince”), por su oído
sorprendente y por la suavidad de su desplazamiento, debida a las almohadillas
entre las que esconde sus garras. Su cola es poco común: es un animal “rabote”.
La hembra, de menor tamaño, suelen tener camadas de no más de dos crías, tras
un periodo de gestación de 9 / 10 semanas.

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Acabado el recorrido por la Sala del Guadarrama, pasamos a la siguiente sin la menor indicación de que haya cambiado el objetivo inmediato de la visita, ni el ambiente, ni pista alguna del tipo de fauna que vamos a ver.
Entramo, ya, en una sala amplia cuyo contenido más interesante voy a comentar
FAUNA VARIADA de la SALA INTERMEDIA
No he encontrado la razón que justifique la exhibición en
esta Sala de animales tan distintos, de tan diferentes especies. Hay en ella un
“totum rovolutum” que se deberá a algún motivo, desde luego, pero no se me
alcanza cuál sea. Sin embargo, contiene una vitrina en el centro con la escena
familiar que más me gusta de todo el Museo. Es la de El zorro.
Es el Zorro un mamífero omnívoro, emparentado con el perro,
el lobo o el chacal. De mediano tamaño; menor, desde luego que sus parientes
citados; de cabeza chica, fino hocico y espesa cola, con ojos inteligentes.
Suele hacer vida solitaria y son monógamos. La hembra, fértil solo durante unos
días, suele parir de dos a seis cachorros de los que cuida, en una camada,
durante un par de meses. Vive no más de doce o catorce años. No admite
fácilmente la domesticación y suele considerarse como el icono de la astucia
por su facilidad para encontrar artimañas con las que conseguir sus presas.
También, por otro sector de los humanos, se le considera como una alimaña,
precisamente por su facilidad para apoderarse de los animales de corral. Caza
cualquier cosa, desde saltamontes a pequeños roedores
Es original su forma de caza, especialmente en los tipos que
viven en la nieve: Descubierta la pieza, bajo la nieve, saltan en vertical
sobre ella desde gran altura para lograr su alcance.
Detrás de la vitrina del zorro está la de El Lobo.
Bonita representación de la familia de este controvertido animal. Suele ser objeto de tenaz persecución y, a los niños es frecuente que se les presente como un animal malo. Pero, no es un animal malo. No es, en la vida real, ese ser atroz que se “come a la abuelita” en el cuento de Caperucita. Es, sí, un animal que se alimenta de otros muy diversos y generalmente más pequeños que él; a veces de animales domésticos. Pero tal comportamiento tiene su explicación:
Como animal carnívoro,
el lobo necesita recorrer amplios espacios de terreno hasta encontrar aquellas
piezas que constituyen su alimento. Inicialmente, antes del desarrollo de la civilización
humana, disponía de un extenso hábitat, que no coincidía con núcleos de
población que, por su propia naturaleza, evitaba. Pero el hombre, al
trasladarse a las ciudades, creando nuevos núcleos urbanos y ampliando los
anteriores, ha invadido los campos limítrofes, limitando los espacios que antes
eran del dominio del lobo, de modo tal que ha sido la actividad humana la que
ha propiciado la cercanía del lobo a sus hogares y el temo
r de sus moradores a
los daños que, por su cercanía, los lobos pudieran causarles. En la vitrina,
sobre un alto del terrero, se muestra al macho, oteando el horizonte; en un
nivel inferior la loba, de tamaño -como sucede en la realidad- algo menor; y,
al pie, el lobezno.

Atendiendo a sus características, el lobo es un mamífero, animal
carnívoro de tamaño medio, cubierto de abundante pelo y con un olfato y vista
extraordinarios. Son reconocidos por su natural inteligencia y su astucia que
dejan de manifiesto en su coordinación para la caza de animales de, incluso,
mayor tamaño que el suyo. Se desplazan sobre sus largas y fuetes patas, que
tienen cinco dedos en las delanteras y cuatro en las de detrás, lo que le
permite ágiles desplazamientos de larga duración que les facilitan la caza del
animal perseguido. Porque los lobos son animales gregarios, y muy sociables,
que se desplazan en manadas, conducidas por un macho, el macho “alfa”. Voy a
acompañar esta nota con una vista tomada del e-mail recibido a finales de
agosto de mi amigo Carlos Juan, excelente informador de las más curiosas y
variadas noticias, como prueba este correo que explica mucho mejor que yo
podría hacerlo, el comportamiento del lobo en orden de marcha:
Junto a la vitrina del Lobo hay unas estanterías más pequeñas
donde se muestran interesantes animales de la fauna aviar. Vamos a destacar La cigüeña.
Es un ave migratoria
que gusta de ambientes templados, salvo para hibernar, pues entonces regresa a
lugares donde no se note tanto el frío de la estación. Normalmente se traslada
de Marruecos a Polonia, pasando por España en la temporada de primavera. En los últimos años, como precursora de los
cambios climáticos ostensibles en la Naturaleza, suele estacionarse en algunos
lugares de nuestro país, donde vive permanentemente. Su característica
predominante es la gran alzada que le dan sus largas patas, lo que le hace
figurar entre las aves zancudas, de las que también forman parte la grulla y la
garza, cuyas figuras se exhiben en esta misma Sala.
En cualquier caso, es admirable la imagen de la bandada de
cigüeñas desplazándose en el cielo con sus alas desplegadas, avanzando con
vuelo rítmico y pausado. Es un ave de mediano tamaño, cubierta de plumas
blancas, dolor que la caracteriza, aunque sus alas son negras en la parte
final, y su pico es rojo. Se alimenta de pequeños animales que alcanzan con su
largo pico. Anidan las cigüeñas en lugares altos, normalmente en las copas de
los árboles o en las torres de los edificios, especialmente en los campanarios,
y para construir sus nidos utilizan todo tipo de elementos: ramas, papeles,
trapos. Por eso, puede decirse de ellas que son peligrosas; y no, por sí
mismas, sino por esa costumbre, ya que, como siempre vuelven al mismo nido que
cada año completan con nuevos materiales, llegan un momento en que se han
acumulado tantos, que el nido, por exceso de peso, hunde el techo sobre el que
se construyó. No podemos olvidar (o, al menos en el siglo pasado era fácil
tener presente - con otra formación cultural en los niños- ) la imagen infantil
de la cigüeña como portadera del bebé recién nacido que la cigüeña ”traía de
Paris”.
En la parte opuesta de ésta, se presentan nuevas figuras
dignas de atención:
A la izquierda de la anterior esta El Urogallo.
Es un raro animal, en peligro de extinción por el desarrollo de la actividad humana. Su dimorfismo es la principal característica: Como en el pavo real, la apariencia del macho es sobresaliente en relación con la de la hembra, que tiene el triste aspecto de una vulgar gallina. También de modo parecido al de aquel, pero diríamos que “a lo pobre”, puede el macho exhibir una cola formada por plumas
desplegadas en forma de abanico. Bajo el pico,
un grupito de plumas se agrupa formando algo parecido a una barba. No le favorece el color de su plumaje, que suele oscilar entre el gris y el pardo oscuro, entremezclado con plumas blancas y, en el pecho, con reflejos en verde. Habita en lugares agrestes y montañosos, ligeramente arbolados, preferentemente con pinos o hayas, en cuyas ramas suele reposar. El macho suele reclamar a las hembras en la época de celo, emitiendo unos grititos brocos, a los que -se dice- debe el animal su nombre por ser similares a las llamadas del extinto uro salvaje. Se desplaza con dificultad y con vuelos cortos. Este comportamiento es una de las causas por las que se va extinguiendo, pues las construcciones, nuevas vías y obras de los humanos dificultan la comunicación de las zonas ocupadas por los grupos de urogallos, cuyas hembras, además, anidan en el suelo en lugares fácilmente asequibles a sus predadores. En España, solo quedan algunos ejemplares en los montes de Santander o de Asturias.
Es un raro animal, en peligro de extinción por el desarrollo de la actividad humana. Su dimorfismo es la principal característica: Como en el pavo real, la apariencia del macho es sobresaliente en relación con la de la hembra, que tiene el triste aspecto de una vulgar gallina. También de modo parecido al de aquel, pero diríamos que “a lo pobre”, puede el macho exhibir una cola formada por plumas
un grupito de plumas se agrupa formando algo parecido a una barba. No le favorece el color de su plumaje, que suele oscilar entre el gris y el pardo oscuro, entremezclado con plumas blancas y, en el pecho, con reflejos en verde. Habita en lugares agrestes y montañosos, ligeramente arbolados, preferentemente con pinos o hayas, en cuyas ramas suele reposar. El macho suele reclamar a las hembras en la época de celo, emitiendo unos grititos brocos, a los que -se dice- debe el animal su nombre por ser similares a las llamadas del extinto uro salvaje. Se desplaza con dificultad y con vuelos cortos. Este comportamiento es una de las causas por las que se va extinguiendo, pues las construcciones, nuevas vías y obras de los humanos dificultan la comunicación de las zonas ocupadas por los grupos de urogallos, cuyas hembras, además, anidan en el suelo en lugares fácilmente asequibles a sus predadores. En España, solo quedan algunos ejemplares en los montes de Santander o de Asturias.
En las proximidades del Lince, hay un animal cuyas
peculiaridades le han valido para pasar a los cuentos de fantasía y libros de
niños. El Búho.
Un animal extraño, ya desde su propio nombre, desde su enfoque gramatical. Parecería una palabra bisílaba y sin embargo es un monosílabo, cuyo diptongo-a pesar de la “h”- queda roto por el acento prosódico. De ahí que la vírgula esté gramaticalmente bien puesta, ya que si fuera una bisílaba no podría llevar acento.
Un animal extraño, ya desde su propio nombre, desde su enfoque gramatical. Parecería una palabra bisílaba y sin embargo es un monosílabo, cuyo diptongo-a pesar de la “h”- queda roto por el acento prosódico. De ahí que la vírgula esté gramaticalmente bien puesta, ya que si fuera una bisílaba no podría llevar acento.
Es un ave carnívora y predadora, nocturna, que habita en
lugares arbolados o boscosos. La suavidad de su vuelo le caracteriza. Pero
también su aspecto: su cara redondeada, sus enormes ojos redondos con
iridiscencias anaranjadas, de fija e inquietante mirada, las “orejas” que
forman las plumas de su cabeza…. Todo es raro en esta ave que desarrolla su
actividad durante la noche, ya que la amplia capacidad de visión que tiene
hasta con escasa luz, le facilita la caza de los animalillos de los que se
alimenta. Para esta actividad le resulta también muy útil su capacidad de girar
la cabeza. (Se afirma que la puede girar totalmente, es decir, 360º; No es
cierto: el giro nunca será superior a los 270/280º) . En efecto, posado el
animal sobre la rama del árbol elegido, protegido por la oscuridad de la noche,
puede, sin mover el cuerpo y solo con girar la cabeza, detectar la presencia de
cualquier movimiento en el bosque; y por consiguiente la presencia del animal
sobre el que con su asombrosamente silencioso desplazamiento puede pillar
descuidado. No es menos sorprendente la ostensible y singular diferencia entre
el hermoso plumaje del adulto y el plumón lanoso del buhito, fácilmente apreciable en la imagen que se contempla.
En la parte opuesta de esta Sala hay una gran vitrina donde
se recoge una escena de la vida de un animal del que poco se habla en la
actualidad.
Se tratade de La Avutarda.
Se tratade de La Avutarda.
Es un ave de gran tamaño, similar al pavo, tan conocido en
nuestros pueblos. Incluida entre las aves esteparias, es un animal gregario,
que ocupa con preferencia los terrenos de secano, barbechos, viñas y praderas
abandonadas. Su alimentación es variada; aunque preferentemente buscan granos y
vegetales, no desechan la posibilidad de comer insectos y pequeños animalillos.
El macho es mucho mayor que la hembra de la que se diferencia además porque
tiene una especie de bigotes, que a la hembra le faltan. Debido a su volumen se
mueve lentamente. (Ya su propio nombre lo anuncia “Avu-tarda”, palabra derivada
del latín:” ave lenta”). No es un ave muy voladora, prefiriendo desplazarse
caminando y huir corriendo antes que volando, aunque en el vuelo puede alcanzar
velocidad tal que les permite escaparse del acoso de predadores como los zorros.
Como sucede a los pavos, los machos durante la época de celo manifiestan su
tendencia al acoplamiento con una llamativa sucesión de movimientos de cabeza y
cuello con ahuecamiento de las alas, en una forma a la que los lugareños solían denominar “hacer la
rueda”.
Detrás, una pequeña vitrina nos muestra un siempre simpático
animal que fue la especie preferida para el entretenimiento de la nobleza en la
edad media y comienzos de la moderna. El
halcón.
Un ave rapaz de tamaño medio. Es el más veloz de los animales
que surcan el aire. Sus alas, elemento esencial en este animal, son estrechas y
afiladas, lo que facilita un eficaz desplazamiento. Su pico ofrece la
característica de que en la parte superior tiene una especie de sierra que le
permite quebrar el esqueleto del animal cazado. Ofrece un extraordinario
dimorfismo sexual ya que la hembra (en este caso, la hembra, como en la mayoría de ls aves rapaces) es mucho mayor que
el macho. Su alimentación preferida son las aves de tamaño similar al suyo o
más pequeñas, pero, como carnívora, también se alimentan de cualquier otro
animal, normalmente cazado al vuelo. De color negro azulado salvo el vientre y
la parte interior de las alas que muestra una tonalidad blanca, tiene muchas
especies similares como el azor, el gavilán, el cernícalo... Para vivir prefiere
los cantiles que dominan amplios valles poblados de encinas o alcornoques donde
le es más fácil encontrar alimento, pero tampoco desechan ocupar zonas aisladas
de las ciudades. Sus nidos los suelen hacer en huecos de las rocas situadas en
lugares altos y en la nidada no habrá más de tres o cuatro polluelos. En épocas pasadas, su utilización y
adiestramiento fueron objeto de preferente atención de nobles y cazadores, los
cuales los preferían para la caza en lugares abiertos. Sin embargo, para la
caza en lugares arbolados era preferido su primo el azor, porque éste, aunque
tiene menor velocidad de desplazamiento, tiene la virtud de adaptarse
fácilmente para seguir a las presas entre el ramaje de las zonas arboladas.
Camino de la salida, hay una hermosa vitrina que ofrece a
nuestra contemplación la estampa agreste de dos distintos ejemplares de un nuevo
bóvido: El rebeco.
Si hay un animal que sorprenda por su desenfadado desplazamiento entre los riscos montañosos, escalando las laderas de la sierra, o por sus impensables y seguros saltos entre las escarpadas paredes de sus macizos, o por sus saltos impredecibles y segura carrera mientras desciende con agilidad y soltura por sus paredes rocosas, ése no puede ser otro que el Rebeco, también conocido como la gamuza. De gran parecido con la cabra montés, a la que incluso supera en agilidad a causa de la mayor anchura entres sus pezuñas, este mamífero herbívoro vive en reducidas manadas, capitaneadas por la hembra alfa, a las que, en la época de celo y para cumplir su función natural, se une los machos, que entretanto suelen vivir independientes, solos o formando pequeños rebaños.
Si hay un animal que sorprenda por su desenfadado desplazamiento entre los riscos montañosos, escalando las laderas de la sierra, o por sus impensables y seguros saltos entre las escarpadas paredes de sus macizos, o por sus saltos impredecibles y segura carrera mientras desciende con agilidad y soltura por sus paredes rocosas, ése no puede ser otro que el Rebeco, también conocido como la gamuza. De gran parecido con la cabra montés, a la que incluso supera en agilidad a causa de la mayor anchura entres sus pezuñas, este mamífero herbívoro vive en reducidas manadas, capitaneadas por la hembra alfa, a las que, en la época de celo y para cumplir su función natural, se une los machos, que entretanto suelen vivir independientes, solos o formando pequeños rebaños.
La cornamenta es de tipo óseo, como propia de un caprino, y,
desde luego, poco vistosa: Un solo apéndice que crece, y no mucho, en forma de
un siete invertido. Posee este rumiante un fino olfato y un oído prodigioso,
con los que suple su torpe visión, para evitar el encuentro con sus
depredadores naturales, en que, desgraciadamente, se cuenta el hombre. En esta
especie el macho es algo mayor que la hembra.
Antes de salir, en una vitrina escondida, se encuentra El oso.
El ejemplar que tenemos a la vista fue donado al Museo por su
cazador, el rey Alfonso XIII. Nos muestra al único representante de la familia
de los osos, que podemos encontrar viviendo en libertad en España. Es, quizás,
el menos significativo, ni por su presencia, ni tamaño, ni color. El oso
grizzli, con su poderosa estampa; el oso polar, blanco, tan unido a las
estampas árticas; el oso negro americano, gigantesco; incluso el simpático el
oso panda, como ejemplos, nos producirían una impronta más estimable que esta
figura; acaso porque ésta la tenemos más a nuestro alcance. Pero, es lo que hay:
un oso pardo.
Es un mamífero, omnívoro, como el hombre, al que supera
incluso en la capacidad de elegir alimento ya que no desdeña ni raíces, ni
animales en descomposición. Proverbial es la especial inclinación de los osos
por la miel y el dulce, en general. Su cuerpo es de grandes proporciones y su
espíritu, apacible, lo que facilita su domesticación. Normalmente la hembra
vive acompañada por los oseznos, mientras que el macho vive solo, acercándose a
la hembra solamente en la época del cortejo. Su hábitat normal lo forman las zonas
montañosas, donde por lo general se desplaza a pie y lentamente; tiene sin
embargo, gran facilidad para erguir su cuerpo manteniéndose como los humanos,
lo que hace durante las peleas entre ellos mismos o para alcanzar algún fruto
elevado. Su pelaje muy denso le sirve da abrigo y protección. Concretamente, esta
especie tiene como característica una pequeña giba o chepa entre la cabeza y el
cuerpo
Ya le decía adiós a esta Sala cuando, echando la vista
atrás, me di cuenta de que arriba, sobre el dintel de la puerta que comunica con
el salón de trabajos, inaccesible a los visitantes, estaba, vigilante, El Cóndor.

Es el ave voladora, viviente, de mayor corpulencia de nuestro
planeta; como ninguna otra, puede alcanzar alturas de hasta 6.000 metros, aprovechando las corrientes térmicas ascendentes. Habita en
América del Sur, en la cordillera de los Andes. Su color negro solo está roto por el blanco de las plumas que adornan su cuello y cubren sus alas,
la desnudez de su cabeza (propia de los buitres) y su cresta de color rojizo.. Tal presencia,
junto con su peculiar pico ganchudo acaba por configurar una imagen que, si es
sublime durante el vuelo, resulta un tanto desagradable en estado de reposo. y con las alas plegadas. A configurar este aspecto poco favorable contribuye el recuerdo de que se
trata de un ave carroñera, que solo se alimenta de otros animales, o restos de
animales, en descomposición. A diferencia de las aves rapaces, sus uñas son
cortas y escasamente curvas, con el dedo posterior alzado, de forma tal que
facilitan su desplazamiento caminando. El macho es ligeramente de mayor
envergadura que la hembra, la cual suele poner un solo huevo que cuidan ambos
padres en el nido, para el que suelen elegir las cuevas o huecos que ofrecen
las montañas, procurando que queden situados hacia oriente para recibir pronto
los rayos del sol.
Y, ahora sí. Con el recuerdo aun presente de este tema, voy a poner punto final a la visita
de esta Sala mientras me figuro oír, con deleite, los compases de “El cóndor pasa”, música peruana, y casi
himno nacional de los países andinos, en versión interpretada por la típica
zampoña del altiplano.
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