Cristianos, Musulmanes, Judíos.
Cristianos, Musulmanes, Judíos.
Los Pueblos europeos comparten con los americanos actuales y, en cierto modo, con los árabes - y, desde mediados del pasado siglo, con los judíos- unas peculiares relaciones que permiten englobarlos en un Grupo especial de gentes entre las que, cada vez con más frecuencia, se aprecia una fácil interrelación, propiciando las referencias mutuas a sus formas de vida que, a pesar de sus, a menudo, profundas diferencias, tienen en el fondo un origen similar, que podría remontarse a las culturas indoiranianas de tiempos anteriores a la civilización cristiana. Son Pueblos, en efecto, cuya vida viene tradicionalmente regulada, con más o menos severidad, por normas que tienen su origen en la religión. Podría incluso afirmarse que hunden sus raíces en la antigüedad babilónica o hasta sumeria, de las cuales se han ido separando paulatinamente, arrastrando en ese distanciamiento algunos rasgos que certifican ese origen común.
Geográficamente se ubican en zonas diferentes de las pobladas por los seguidores de las religiones chinas, hinduistas, budistas, las varias indias, japonesas y políteístas, que ocupan preferentemente el continente asiático, el subcontinente indio, Japón o la Polinesia.. Es verdad que gran parte de Indonesia y las Islas del Pacífco son también sede de la cultura y prácticas del Islamismo, pero, a pesar de esto, voy a incluir a los musulmanes en este estudio por la importancia y creciente influencia que sus costumbres van teniendo en sus, cada vez más rapidas, intercomunicaciones con los paises de la cultura occidental.
Son esos Pueblos a los que se engloba con la denominación de “los Pueblos del Libro”, denominación que abarca a cristianos, judíos y musulmanes, cuyas religiones, monoteistas, se consideran reveladas, y originariamente expuestas en, respectivamente, la Torá, el Evangelio y el Corán, libros cuyo contenido tiene históricamente definitiva importancia en sus respectivas sociedades, cuya vida quedó regulada por sus enseñanzas.
Cierto es que, en la actualidad, entre esas gentes del conocido como “del mundo occidental” sedicentes cristianas se ha debilitado mucho el influjo de la religión, tendencia que se recrudece a medida que la ciencia va desvelando los conocimientos que antes venían explicados, o arropados, por esotéricos conceptos, impenetrables misterios o por la fe; cierto, pero también lo es que perviven aún y se mantienen en vigencia, por inercia o desidia, la mayor parte de los modos de ser, costumbres y tradiciones acumuladas tras veinte siglos de vigencia; y que los adeptos a las otras dos religiones mantienen vivos y con renovado vigor las costumbres del pasado, haciendo de las enseñanzas de sus Libros el eje que regula la vida de sus ciudadanos.
Pues bien, la permeabilidad en el trato de ese inmenso Grupo de ciudadanos, cuyo número supone más de un 40% de la poblacion mundial, hace aconsejable tener en cuenta las frecuentes peculiaridades de costumbres similares en cada subgrupo, permitiendo así una comunicación más acertada y fluida entre miembros de su conjunto, y evitando el equívoco que se derivaría de aplicar literalmente nuestro concepto a la información que se da, o se recibe, de los miembros de otro de los subgrupos. Por ejemplo, si en la conversación se hace referencia al “día de fiesta de la semana”, habría que tener en cuenta la religión del interlocutor para saber si se refiere a un viernes, sábado o domingo, ya que ese día es distinto para cada uno de ellos.
Tras la precedente exposición, paso ya a contemplar alguna de las peculiaridades en relación con determinadas facetas de la vida religiosa de de cada uno de los tres componentes que conforman el Grupo al que he dedicado este estudio-recordatorio..
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