Pinceladas.-SALESIANOS DE CÓRDOBA
DESPUÉS DE MEDIO SIGLO DE OLVIDO Y MUTUA IGNORANCIA
Año 1952. Se terminaron en Sevilla las Pruebas del Examen de
Estado, Reválida que a la sazón ponían
fin al bachillerato de siete años que los estudiantes andaluces debían de pasar
para obtener el título que les permitía el paso a los estudios de las
respectivas carreras universitarias.
Se acabó el Colegio. La treintena de alumnos del último
curso del Colegio Salesiano de San Francisco de Sales de Córdoba salieron
disparados en dirección cada uno a su lugar de origen.
A partir de ese momento, ningún contacto entre ellos. Olvido
absoluto de la convivencia durante siete años entre las mismas paredes y
sometidos a las mismas, y rígidas, normas de conducta. Si acaso, algún
esporádico saludo con los que vivían en el mismo pueblo o tenían con los del
pueblo de al lado intereses o familiares comunes. A veces las dos cosas:
intereses y familiares, pues los estudiantes de aquel Colegio provenían en su
mayor parte de las familias más
acomodadas de los alrededores de la capital y tradicionalmente esas familias
aún tenían, aunque fuera lejano, algún vínculo familiar que fuera el origen
remoto del apellido común.
El siglo nuevo llegó sin que en el aspecto antes indicado se
presentara ninguna novedad.
Y llegó el año
2.001. Madrid era por entonces el lugar
de residencia de Calvo (en el Colegio lo normal era designar a los alumnos por
el apellido), uno de los de aquella treintena de estudiantes del Colegio cordobés.
Había cursado la carrera de Derecho en la capital de España,
a la que sus padres, para facilitarle los estudios, se habían trasladado desde
Jabalquinto (Jaén), donde la familia había residido mientras él hacía el
Bachillerato merced a una beca concedida por el Ayuntamiento del pueblo. .
Gracias a eso se
había hecho Abogado y, como tal, había ejercido durante casi cuarenta años, con
Despacho propio y Bufete colectivo del que había sido fundador. Pero,
desafortunadas situaciones en su estado anímico y de salud corporal le habían aconsejado
abandonar la vida activa, de modo que en el 2001 estaba intentando encontrar
una actividad que le diera consistencia a su vivir.
El mental repaso de su vida colegial le hizo pensar en la
posibilidad de contactar con sus antiguos compañeros del colegio. Tenía tiempo,
le gustaba conducir, su espíritu aventurero le había llevado con anterioridad a
frecuentes viajes. No lo pensó demasiado. Se planltó en Córdoba y trató de
encontrar en “su” Colegio los datos que le permitieran localizar a sus
compañeros.
Fue aquello una decepción. Nunca había vuelto desde que
salió de allí en el año 1952.Casi medio siglo había tenido la virtud (que mejor
diría, la desgracia) de dejar irreconocible lo que había sido la morada de su
pubertad.
Aquel lugar no se
parecía en nada al que fuera su Colegio. Ni siquiera la entrada era la misma.
Ahora se accedía por una calle lateral que en sus tiempos había sido parte de
la huerta del Colegio. Nuevos edificios en su solar, distribución diferente de
la que tenían sus dormitorios, ambiente desconocido, con mezcla bulliciosa de
niños y niñas formando una algarabía impensable en su época. La consejería
-corazón del funcionamiento de su Colegio, gobernada entonces por el más
diligente de los sacerdotes salesianos- estaba ahora regentada por una señora
en alternancia con alguien que no se podía afirmar que fuera sacerdote, pues
sus vestimentas eran de corte similar a la de las personas que ocasionalmente
pululaban por sus instalaciones. ¿Y qué decir de su aparente organización?
Nadie sabía nada de los cursos pasados ni de dónde -si la había- podía
encontrarse documentación del curso 1951/52.
Con una total frustración salí de
aquel lugar que con tanto cariño había sido recordado durante los pasados años.
Gracias a mis anotaciones en los libros y cuadernos colegiales que aún conservo
y a la ayuda de los hijos y a los tímidos adelantos que la técnica iba
introduciendo en la sociedad, conseguí hacerme con la dirección de los que, al
parecer, aún figuraban en el mundo de los vivos. El desplazamiento a sus
respectivos domicilios me hizo ver cómo el tiempo pasado había cambiado la
figura, los rostros y hasta el comportamiento de aquellos niños de entonces.
Estos son los que conseguí localizar.
En Córdoba > Juan Cuenca Montilla,
Francisco Javier García Arévalo, Andrés Pérez Castro,
En El Carpio > Francisco Muñoz
Oporto
En Fuente Palmera > Juan José
Mayén Hens
En Priego de Córdoba > Cosme Mármol
Jiménez
En Nueva Carteya > Antonio
Izquierdo Cubero
En Posadas > José Zafra Chamorro
En Sevilla > Alfonso García Moris
y Rafael Contreras Jiménez
En Málaga > José Siles Fernández y
José Millán Gálvez
En Cáceres > Juan Antonio Córdoba
Muñoz
En La Coruña > Rafael Pérez Castro
En Jaén > Antonio Martos
En Madrid > Manuel Sánchez Ayala.
Total, 17, contándome a
mí. No estaban todos los que acabamos juntos. La Parca
se había ya encargado de reducir el número inicial, pero no éramos pocos,
habida cuenta de que había pasado medio siglo desde nuestra separación....
De una u otra manera logré que cada
uno de los localizados me enviara una fotografía de la época del Colegio y otra
reciente, pues en mi labor de localización había constatado el brutal cambio de
fisonomía que se había producido en todos, detalle que impediría su
reconocimiento mutuo a primera vista.
-- La Virgen no quiso atender los
ruegos de Martos, que reiterada y emocionadamente había mostrado su interés por
asistir a ese encuentro. En su representación asistieron sus familiares.
--Tampoco asistió Córdoba, que alegó
dificultades laborales para excusar su asistencia. Nunca conseguimos que se
uniera al grupo, a pesar de haber sido citado con reiteración. Probablemente su
situación personal y lejanía de su residencia desaconsejaran el desplazamiento
para el encuentro.
--Millán, parece ser que estaba
afectado por una desafortunada situación personal que le llevaba a rehuir el
encuentro con sus antiguos compañeros. No asistió, naturalmente. (Poco después
fui a visitarle personalmente para ofrecerle mi apoyo y comprensión. Se sintió
feliz. Murió años después sin haberse incorporado nunca al grupo)
--Cortésmente estuvo un rato con
nosotros Cuenca que, al parecer tenía en la misma fecha una comprometida
reunión profesional. No le hemos vuelto a ver.
En los años siguientes, se ha venido
realizando esa reunión por las mismas fechas y con idéntica finalidad. Siempre
en Córdoba, salvo un año en que conseguí, con la colaboración de Izquierdo, que
el grupo se reuniera en Madrid.
Los años han ido pasando y la Parca, unas
veces, o las Gorgonas , en otras, han ido dejando su huella en los componentes o en sus
parejas, con lo que el número de asistentes cada vez ha sido menor. No ha
dejado de influir también en ese decreciente proceso de asistencias el hecho,
natural, de que, salvo los recuerdos del Colegio, pocas cosas en común
teníamos, por lo que, agotada la novedad inicial, cada vez ofrecía menos
aliciente una reunión que -por
realizarse sólo una vez al año- carecía
de atractivo vehicular que permitiera superar el esfuerzo que supone introducir
una actividad nueva, para personas mayores y con achaques o compromisos
familiares propios de su edad.
El caso es que se fueron produciendo
bajas En los componentes o en sus parejas
--Murió Mayen, según nos informó su
esposa que, en su lugar, asistió a la reunión en el año en que se había
producido su óbito
--Zafra asistió a la primera reunión.
Luego El cuidado de su sus nietos o las obligaciones familiares le llevaron a
rechazar las sucesivas invitaciones. No volvimos a verlo
--Pérez Castro, el mayor de todos
nosotros, encontró muchas dificultades para asistir desde La Coruña, lugar de
su residencia habitual, hasta Córdoba. Como consecuencia pronto dejó de contar
entre los asistentes
--La mujer de Cosme falleció, dejando
a éste sumido en una grave situación afectiva, complicada con otra de tipo
familiar. Dejó de asistir un par de años hasta que en el año 2016, acompañado
por su hija, tuvimos la suerte de volverlo a ver entre nosotros.
--García Arévalo, que al principio se hacía
acompañar por su esposa, dejó de asistir. Parece que aquejado de una grave
afección mental permanecía voluntariamente encerrado en su casa, en el campo,
sin querer saber nada de nadie
--Entretanto había fallecido García
Moris, llevándose con él la intención de entregarnos los ripios que, sobre la
marcha, componía y nos leía durante las comidas celebradas, para que tuviéramos
un recuerdo de la reunión.
--Alegando, graves complicaciones
familiares, Izquierdo dejó de incorporarse al grupo, con lo que hace tiempo que
no hemos vuelto a saber de él.
--Ana María, la esposa de Siles, de
delicada salud, fue causa de que su esposo faltara en un par de ocasiones ante
la necesidad de atenderla o ante el temor de verla soportar con dolor las
incomodidades de los desplazamientos en los encuentros. Una pena, porque Siles siempre
mostró un especial interés por mantener la cohesión del grupo.
--Pérez Castro tuvo la desgracia de
verse afectado, él mismo y Mari, su esposa, por unas complicadas dolencias que
le impidieron asistir a la última reunión.
Al final, había quedado conmigo un
representante de cada provincia. Paco Muñoz, de Córdoba; Rafael
Contreras, de Sevilla; y Manolo Sánchez
Ayala, de Madrid. No se celebró ya la
reunión del año pasado.
Pero me da pena. Me apena contemplar
cómo se va deshilachando y consumiendo aquel precioso proyecto que consiguió
unir, en la madurez de su vida, a un grupo de estudiantes que salió de estampida
de Córdoba tan pronto como terminaron sus estudios y que habían estado medio
siglo sin comunicarse ni tener noticias el uno del otro. Un proyecto precioso.
Por eso, ante la inminente festividad
de María Auxiliadora de 2018, se ha removido mi emotividad, mi especial interés
por aquellos hombres que conocí de chiquillos, por aquella actividad que me
permitió continuar unido a quienes compartieron y forjaron mi vida en la
adolescencia, y he sentido la necesidad de recordarlos y manifestarles mi
recuerdo, preparando una nota que les remití por correo electrónico.
La transcribo a continuación y doy con ella fin al recuerdo de aquella maravillosa iniciativa cuya estrella también va declinando definitivamente después de casi veinte años de milagroso éxito.
La transcribo a continuación y doy con ella fin al recuerdo de aquella maravillosa iniciativa cuya estrella también va declinando definitivamente después de casi veinte años de milagroso éxito.
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19:50 (hace 15 horas)
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Mis queridos amigos
Salesianos
Echo de menos el
ajetreo de otros años para contactar con todos, con motivo de la próxima
festividad de María Auxiliadora.
Este año, ni lo
intento. Es doloroso.
Supongo que la mayor
parte de vosotros tendrá, como yo, la sensación de que hemos vuelto a perder
algo que fue muy bonito, mientras vamos ganado años, que pocas cosas de interés
nos van añadiendo
Felicitémonos por
poder recordarlo y unámonos en el recuerdo de los que ya no pueden compartir
nuestro gozo
Olvidemos durante
estas fiestas los gajes y problemas que nos aconsejan desistir de
mantener juntos el recuerdo del pasado, ante el temor de sufrir las molestias
de nuestras propias dolencias personales, o, incluso, ante la indolencia
natural que impone el paso de los años.
Confianza en que el próximo año, por estas fechas, todos nosotros podamos
repetir este este mínimo contacto.
Intentemos ser felices
un año más.
Hasta el próximo año.
Un abrazo
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