VEINTE AÑOS DESPUÉS DE LA JUBILACIÓN.



VEINTE AÑOS DESPUÉS DE LA JUBILACIÓN

Ejemplar de la botella, que aún conservo en casa,
como recuerdo de mi jubilación anticipada.

-*Un inquietante proceso quirúrgico para superar la grave anomalía en la función pancreática que se  acabó resolviendo con una cruenta operación que hubo de reproducirse varios meses después.

-*Incidentes varios de pérdida de memoria, que, al principio fueron de insignificante importancia pero que  culminaron en dos transcendentes momentos de mi actividad profesional..

-*Dolorosos desencuentros en la dirección del Despacho que, a fuerza de no querer recordarlos, se han, felizmente, borrado de mi -ya, de por sí- flaca memoria.
 Fueron éstos los principales detonantes de mi decisión de dejar la vida profesional activa en el año 1997


Hasta entonces me había ocupado, con dedicación exclusiva, a la actividad propia de un Abogado Libre, con Bufete abierto en  el local sito en Madrid en la calle Lagasca, nº 79, del que era propietario mi amigo  Andrés Herranz junto con otros socios minoritarios, entre los que yo mismo me encontraba.

La idea de montar un Bufete, como Despacho profesional independiente se debió al que era mi amigo desde hace años, el también Abogado  y Político, D. José (Pepe) López, quien desde el principio fue el rostro público del Bufete cubriendo con singular eficacia su cometido  en  la labor de captación de clientes . Mi misión era la de atender a los clientes en el Despacho, estudiar los casos presentados por estos y defender sus intereses en los juzgados o tribunales que resultaran procedentes.



Pronto hubo necesidad de contratar un nuevo abogado para poder atender de manera solvente la solución de los asuntos que nos iban llegando. Contamos a tal fin  con  la colaboración de un joven abogado recomendado por mi socio, constituyendo los tres un equipo  con funciones perfectamente definidas, una vez que el joven dio pruebas de su capacidad para asumir la defensa de los intereses que se nos habían encomendado.  Fue éste quien, una vez asumida la filosofía de actuación profesional que traté de inculcarle, se ocupó me forma más directa de asistir a Juzgados y Tribunales.

              D. José continuó desarrollando con la eficacia demostrada su labor de captación de clientes, mientras yo me ocupaba de la organización interna del Despacho, del estudio de los asuntos especialmente conflictivos y de la asunción directa de la defensa de los más importantes.

Así, funcionamos hasta que la salud hizo mella en mi cuerpo. 

Primero, fueron unos devaneos a los que no les di importancia , pero que adquirieron alarmante significación cuando se reprodujeron en estrados en un par de ocasiones. La última mientras desarrollaba mi alegato ante la Audiencia Territorial de Madrid en la defensa de una sentencia favorable del juzgado de Primera instancia.

Prácticamente coincidente con la situación anterior, se presentó la necesidad de atenderme, de urgencia clínica, por una pancreatitis aguda, que, en primera instancia, solventó con maestría y eficiencia el cirujano Dr. Miras, quien, pocos meses después, hubo de repetir la intervención que definitivamente me facilitó el restablecimiento aunque con el condicionante de obligarme a adoptar una dieta cuyo principal componente habría de ser la total eliminación del alcohol en la alimentación.

Las circunstancias antes indicadas, con largas estancias hospitalarias, me obligaron a relajar mi actividad en la dirección del Bufete, que, a pesar de todo, yo pretendía mantener, tratando de continuar informado,  -especialmente por Montse, mi eficacísima secretaria de los últimos años-, incluso mientras estaba en las habitaciones del hospital.

Tal situación  propició, a mi reincorporación, roces inesperados con mi socio joven, que pretendió continuar asumiendo las definitivas decisiones de dirección que hubieran sido necesarias si yo no hubiera salido del hospital. Pero salí del hospital.
Y  encontré un ambiente enrarecido en la dirección del Bufete.   


Esta era la situación al comenzar el año 1997
*Problemas mentales.
*Problemas de salud.
*Problemas afectivos.
*Expreso rechazo de mis cuatro hijos a seguir la actividad profesional que a mí me había dado la vida.
*Incorporación, en cambio al Bufete, de mi “ahijado jurídico”: Guillermo López, el hijo de mi amigo y socio, a quien, acabada su carrera de Derecho, había ido ayudando a amar, conocer y practicar la profesión.
Con esos condicionantes
- medité la conveniencia de dejar la vida profesional activa.
-calculé las posibilidades de afrontar mi futuro y el de mi familia con mis ahorros y la pensión de jubilación que podría quedarme
Y así, para celebrar mi sexagésimo tercer cumpleaños, en el mes de abril, decidí comenzar el proceso de mi jubilación; decidí dar el paso de abandonar la vida activa, buscando la tranquilidad espiritual y el descaso material que presumía encontrar en la jubilación.
Tomada la decisión, lo anuncié a mis clientes y amigos más inmediatos mediante la carta que alguno de ellos (Florentino García Bermejo) aún conservaba gracias a la capacidad organizadora de su esposa, de Angelines (A la que deseo dejar constancia de mi agradecimiento incorporando a ese escrito el ejemplar de dicha carta).


A la vez, encargué a mi amigo, el malogrado Celestino Caballero,- con intereses en las riojanas Bodegas Villalbina, en Cenicero (Logroño)-  que embotellaran unas arrobas de vino con una etiqueta que conmemora mi decisión .(Adjunto la foto de una de esas botellas que espero sirvieran a mis amigos para brindar por mi decisión).
Y seguro que lo hicieron. Sí, seguro que Los Hados atendieron sus preces a juzgar por los buenos vientos que han conducido hasta hoy la nave de mi vida.

         No fui capaz de arrancar de cuajo mis costumbres y la dedicación completa a la actividad única que conocía. Para ir haciéndome a la idea, continué durante unos meses yendo al Despacho, de manera intermitente, sin disciplina horaria…
Al fin, coincidiendo con la fecha en que se cumplían los treinta y ocho años de mi vida activa, el 28 de octubre de 1997 dejé definitivamente el Bufete,

Un vacío llenó mi actividad.
Para cubrirlo, y tras renunciar a comenzar la carrera de Magisterio por su extensión (ahora se necesitaban siete años, mientras que en mis tiempos, con cuatro se conseguía el título de Maestro), hice unos cursillos que me llevaron a ocupar una actividad de enseñanza parecida a aquella en algún modo, mediante la incorporación como Guía Voluntario del Museo de Ciencias Naturales de Madrid .
Ya más tranquilo, con una meta que cumplir,” inventé” nuevos objetivos: ..Preparación del Árbol genealógico de la Familia Agustín Calvo,
..Preparación y organización de la plataforma que consiguió unir a los Alumnos que salimos del Colegio Salesiano de Córdoba en el año 1952, cuyas actividades aún perduraban el año pasado,
..Viajes, investigación, fotografías y estudios para preparar un compendio relacionado con los  caballos: Esculturas ecuestres en España.
..Viajes de turismo,
..y más viajes.

En e mes de octubre del año pasado, cuando ya se iban deshilachando, por consunción total o por natural desgaste, los proyectos iniciados, Camelia, mi esposa, me sugirió la asistencia a una clínica de tratamientos de recuperación física y cognitiva. ¡Que curiosa coincidencia! ¡veinte años después de mi jubilación oficial!

Fue un acierto. Dos profesionales: Ana López y Luis González, peritos cada uno en su materia a pesar de su juventud, han conseguido (¡y de qué manera!) insuflarme nuevas energías, una nueva ilusión.
Si hasta entonces, llevaba una vida tranquila pero anodina, sin aliciente de futuro, ahora me siento con la ilusión de que “tengo algo que hacer”: algo que rechaza y se impone a la actitud pasiva y monótona de esperar a que llegue  el nuevo  día para hacer lo mismo que el día anterior, sin esperanza de que el siguiente sea distinto, sin, ni siquiera, preocupación por cómo sería ese nuevo día.

Ahora tengo algo nuevo que afrontar y acabar. Tengo que empezar de nuevo a vivir, reviviendo mi vida anterior.
Objetivamente, puede parecer que eso no es nada. Pero, sin duda, es mucho empezar a vivir la vida ya vivida, veinte años después de la jubilación.
Madrd 13 de mayo de 2018






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