EL UNIVERSO. Para mis nietos






                                                         EL UNIVERSO 


                                    


Hará ahora diez años. Quizá más. El mayor de mis nietos debía tener unos nueve años. Luego estaban los de 8,6,4.... El pequeño de hoy no había nacido aún.

Atravesaba yo la época en que me dio por la Astronomía. Por entonces pasábamos los veranos en el chalé que teníamos en el campo, en Nuevo Baztán, donde los chavales lo pasaban "bomba" con su montón de amiguitos y alrededor de la piscina comunal. Yo por la noche solía salir de casa, al campo, sin apenas luces que impidieran contemplar las estrella y, con linterna y libro, pasaba ratos deliciosos tratando de encontrar en el cielo las estrellas que el libro me señalaba.

Fue una época feliz, y probablemente intensa y comunicadora porque recuerdo que mis hermanas me regalaron por mi cumpleaños un telescopio (que por cierto no hace mucho regalé yo a quien hubiera querido que se mostrara orgulloso de sentirse "Agustín 8º). (Sin más comentarios. No es  éste lugar de tristezas).

El caso es que en aquel ambiente se me ocurrió trasladarle a mis nietos los rudimentos de la astronomía y me salió este cuentecillo (quizás un poco ñoño, en mi apreciación de hoy, aunque entonces no lo apreciara),  que ahora copio de su original.




                                                         PARA MIS NIETOS

Esta es la historia de unos niños que estaban en sus camitas, colocadas en el amplio dormitorio situado en el piso alto de la casa que sus padres tenían en el campo.



 Como era verano y hacía calor, las ventanas estaban abiertas para que entrara el fresco de la noche. Sus padres acababan de acostarlos y, a la entrada, mirándolos con ternura, estaba  el Abuelo que había subido para ver si estaban ya  dormidos.

 Por la ventana se veía el Cielo y en él aparecía, tras una nube, blanca y suave como el algodón, el disco de la Luna, que poco a poco se escapaba de aquella nubecilla que se iba deshaciendo a su paso, permitiendo a los niños ver la redondez blanca de su cara regordeta que parecía mirarlos de forma burlona. Los niños miraban, a su vez, a la Luna tratando de adivinar los rasgos difusos de su cara de Luna llena.




          De pronto uno de ellos, una niñita de cabellos rubios y ensortijados con ojos azules, le preguntó a su Abuelo que, junto a aquellos nietos suyos, esperaba el momento de dejarlos dormidos. ¡Oye Abuelito! ¿Por qué está hoy la Luna tan grande mientas que otros días está chiquita o se ve como una rodaja de melón y otros, ni siquiera sale   en toda la noche? ¿Puedes contarnos la historia de la Luna?



Y el Abuelo, con esa paciencia y bondad que todos los Abuelitos tienen con sus nietos, acercándose a la camita del más pequeño, se la contó.



 Poned atención y oiréis lo que les dijo:




                     
                                

                        Había una vez en un lugar muy, muy lejano un sitio muy calentito ocupado solo por una    bolita de fuego. Era como una pelotita pintada de muchos colores que se llamaba “Cosmos”.



           A causa el calor que hacía allí, la pelotita se fue calentando, calentando y, cuanto más se calentaba, más iba creciendo y creciendo. Le sucedía igual que a los globos. ¿Recordáis vosotros lo que pasa con los globos que suele haber en las fiestas de cumpleaños? Claro. ¡Que cuanto más se  sopla en ellos más grandes se van haciendo hasta que, por fin, explotan!



Pues eso mismo le pasó a la pelotita “Cosmos”: Se calentó tanto, tanto que, al fin, explotó en un “big bang”,  boummm” rompiéndose en muchísimos pedazos. Pero como era una pelotita mágica, los pedazos no se separaron del todo, sino que se quedaron muy juntitos para siempre en el Cielo, formando un conjunto delicioso de puntitos que, todos juntos, forman el Firmamento de las estrellas.

Todos vosotros habéis visto esos pedacitos de lo que fue la pelotita “Cosmos”. Y, si hasta ahora nos os habéis fijado, podéis verlos cada noche antes de iros a la cama. Sobre todo, se pueden ver cuando estáis en el campo o cuando no hay muchas luces en el pueblo. Son las “estrellas”.



                                                                                             

                       



            
 ¿Os habéis fijado cuántas estrellas hay y qué bonitas que están, repartidas por todo el cielo? Son como los puntitos que hay en la capa de esos bichitos pequeños que hay en el campo y que son tan simpáticos y que se llaman “mariquitas”.  El Firmamento es como una inmensa “mariquita”, aunque no de color rojo y negro como los tiene esos bichitos, sino de colores que van del blanco al azul, del amarillo al rojizo, brillando todas sobre el negro del Cielo! ¿Qué bonitas que son las Estrellas!


Pues bien, aquellos pedacitos del Cosmos convertidos en Estrellas no se quedaron fijos sino que se fueron extendiendo más y más, siempre girando y agrupándose en corrillos que los señores científicos  llamaron “Galaxias


                                                 







                                                                                                                                                                                                                   


De modo que ya lo sabéis:


 Las Galaxias son unos grandísimos corros de estrellas que, como están tan lejos, no se pueden distinguir bien y solo los pueden ver los señores Astrónomos con esos telescopios que ellos tienen en sitios muy bonitos, llamados Observatorios (porque sirven para observarlo todo)
                                                                                                       
Y es que esos señores científicos a los que los abuelitos llaman “astrónomos”, utilizan nombres muy raros para llamar a las cosas.

 Porque, ¿vosotros sí sabéis quienes son los Astrónomos, no? ¡Que no lo sabéis!

 Pues son unos señores muy sabios que se dedican a mirar las estrellas y todos las demás cosas que hay , en el Cielo, para contarnos luego cómo son. A todos ellos les llaman “astros” y les ponen nombres como si fueran sus amiguitos o sus mascotas. Los miran con unas gafas especiales, muy grandes, y muy largas, tanto que tienen que tener una casa solamente para ellas. Son los telescopios.

 El más importante está en Estados Unidos, que es un país muy grande que hay muy lejos, al otro lado del mar; le llaman el Observatorio de Monte Palomar. 
También en España tenemos uno, que está en una de las Islas Canarias, que son esas islas tan bonitas que hay en la parte sur de España. La isla se llama isla de La Palma. Es el Observatorio del Roque de los Muchachos.

Y es que esos señores científicos a los que los abuelitos llaman “astrónomos”, utilizan nombres muy raros para llamar a las cosas. Porque, ¿vosotros sí sabéis quienes son los Astrónomos, no? ¡Que no lo sabéis! Pues son unos señores muy sabios que se dedican a mirar las estrellas y todas las demás cosas que hay allí en el Cielo, para contarnos luego cómo son. A todos ellos les llaman “astros” y les ponen nombres como si fueran sus amiguitos o sus mascotas. Los miran con unas gafas especiales, muy grandes, y muy largas, tanto que tienen que tener una casa solamente para ellas. Son los telescopios

De modo que ya lo sabéis: Las Galaxias son unos grandísimos corros de estrellas que, como están tan lejos, no se pueden distinguir bien y solo los pueden ver los señores Astrónomos con esos telescopios que ellos tienen en sitios muy bonitos, llamados Observatorios (porque sirven para observarlo todo). El más importante está en Estados Unidos; le llaman Observatorio de Monte Palomar. También en España tenemos uno, que está en una de las Islas Canarias, en la isla de La Palma. Es el Observatorio del Roque de los Muchachos



Según cuentan los señores astrónomos, las Galaxias tienen muchas formas y tienen muchos colores que dependen de las Estrellas que hay en ellas. Hay unas que son “espirales”, como la concha de un caracol, otras son redondas como un platillo volante, las hay que tienen forma de la cabeza de un caballo, o aquella otra que parece una gigantesca hormiga de colores brillantes, incluso algunas que parecen un ojo de gato de relumbrantes colores, o las que tienen muchísimo brillo por la luz que tienen sus estrellas. En fin, que, según dicen los señores científicos que pueden verlas con sus telescopios,  hay Galaxias de todos tipos, formas y colores, aunque nosotros no podamos verlas directamente. Y todas ellas tienen muchísimas estrellas, millones de estrellas, tantas como granitos de arena hay en la playa


                  
Vía Láctea

Pero de todas las Galaxias, la más bonita es una que los señores astrónomos conocen como “la Vía Láctea” y que nuestros abuelitos y nuestros padres llaman “El Camino de Santiago”, porque en ella las estrellas que la forman están dispuestas en el Cielo como las piedras de un camino de esos que sirven para ir al cortijo de al lado. Son las piedras-estrellas que forman el camino que va por el cielo desde nuestro pueblo al pueblo de Santiago de Compostela, que es un pueblo muy bonito que hay en Galicia, una de las regiones más maravillosas de España.

Pues, tenéis que saber, que dentro del Camino de Santiago está una estrella especialmente bonita que es nuestro Sol.  El Sol es una estrella muy importante para nosotros. Es como una grandísima bola de fuego que siempre está dando vueltas sobre sí misma, produciendo tanta luz que ninguna  bombilla ni ningún farol podría brillar tanto  y dando tanto calor que ningún fuego puede ser tan intenso  en ningún sitio conocido,


 Tanta luz da nuestro Sol que si lo miraseis sin tener puestas las gafas de sol quedaríais ciegos, y da tanto calor que en la playa no se puede estar sin que las mamás os pongan por todo el cuerpo una crema solar, ya que, si no lo hicieran, se os producirían quemaduras muy dolorosas.

Como gira con tanta velocidad, de la parte exterior del Sol se escapan unas grandes llamaradas como las chispitas de fuego que se producen cuando los afiladores afilan en la calle los cuchillos de mamá. Pero, claro está, muchísimo más grandes y duraderas. Estas chispas de fuego son en realidad  bolas grandísimas de materia que se escapan del Sol y se van alejando muy rápidamente de él y al hacerlo se van enfriando. Poquito a poco. Son los Planetas, que, después de haberse enfriado, se quedan dando vueltas alrededor del Sol.

 Hay muchos planetas famosos, como Marte, desde donde –según creen algunos hombres – vinieron los invasores de La Tierra, o como Venus, que aparece todas las mañanas cerquita del Sol cuando nace éste y por eso se le llama “la aurora de la mañana”. O como ese planeta asombroso, Saturno, que está rodeado de unos preciosos  anillos, o el gigantesco Júpiter que es el más grande de todos,……

De todos ellos el más importante para nosotros es uno que aquellos señores científicos que lo saben todo sobre las cosas del Cielo, le llaman La Tierra.



La Tierra es el Planeta donde vivimos. Le llaman el Planeta azul porque siempre está rodeado de nubes de ese color. Tiene muchas montañas, muy altas algunas y otras más pequeñas, y ríos, y campos y bosques y flores. Y hay muchos pueblos donde viven los niños con sus padres y sus abuelos., y sus primitos, y sus amigos. Unos pueblos son grandes, como Madrid que es la capital de España, otros son más pequeños. Hay algunos que están en mitad del campo y otros que están cerca de la playa, junto al mar. Pero en todos hay colegios donde los niños aprenden las cosas que, cuando sean mayores, les valdrán para ser buenos y listos.

En nuestra Tierra, como todos los planetas el movimiento alrededor del Sol se aprecia porque a lo largo del día se va viendo cómo el Sol va pasando por el Cielo desde que nace por la mañana hasta que se esconde al atardecer.

 Por la noche no se ve el Sol. Pero, en cambio, existe otro Astro que, también él, va girando, dando vueltas alrededor de La Tierra. Éste es La Luna, que sale por nuestro horizonte cuando el sol se acuesta, iluminándonos por la noche con una luz suave y blanquecina. Y no es que La Luna tenga luz propia sino que es como un gran espejo de plata que refleja la que recibe del Sol mientras éste está dormido para nosotros. Y esa luz la proyecta sobre La Tierra mientras los niños están durmiendo.



A esta altura de la historia, todos los niños han cerrado ya los ojitos y se han entregado al sueño.

 Seguro que todos, en sus sueños, están formando un corro, cogidos de las manitas mientras van cantando:

Luna, lunera,

 cascabelera

dile a mi abuelito

 que siempre nos quiera,

que nos cuente un cuento

 o nos cante una canción

porque así aprendamos

 con gran ilusión.



            Lu na    lu   n e     r a



C   a  s c  a  b  e    l     e    r …..  a…….



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