Pinceladas.-Mi viaje a MALTA
Mi viaje a MALTA
Guía local: Rita
Guía acompañante: Vanesa
Día 1º. Sábado
Salida del aeropuerto de Barajas por la terminal 2. Con
Norwegian.
Es la primera vez que
utilizo esta compañía aérea. Poco más de dos horas de vuelo y sin embargo, en
el aeropuerto de La Valeta no hay que cambiar la hora en el reloj. Sigue siendo
la misma hora que en España a causa de las prevenciones adoptadas en su día por
Franco durante la última guerra civil española, para facilitar su intercomunicación
con Alemania.
Llegada al aeropuerto. Desplazamiento en autobús hasta el
hotel Topaz que nos albergaría durante la semana de estancia. Está ubicado en
Saint Paul’ Bay, zona turística en las proximidades de La Valeta, capital
administrativa del País..
La primera sensación en el trayecto de acceso al hotel es la
de estar atravesando los parajes de la Sierras de Jaén, o de Granada y de la
costa Almeriense, solo que con un poco más de vegetación típica de estas zonas:
cactus, chumberas, muchas chumberas esturreadas por el paisaje y en los bordes
de la carretera. Y alcaparras, colgando en grandes y compactos racimos de los
patios aledaños. Y más cactus gigantescos, Y pinos aislados de tipos variados.
Algunas manchas pequeñas de olivares, con tristes y grandes matas de olivas
creciendo en suelos calizos, blancos y secos. Y parcelas de terrenos de
barbecho en bancales relativamente pequeños, o largos eriales separados entre
sí por muretes formados con pedruscos superpuestos, ofreciendo el aspecto de
tapiales en equilibrio sorprendente. Y luego la carretera: estrecha, bacheada;
de trazado sinuoso con bastante desnivel y muchas y pronunciadas curvas.
Entretanto, la guía va exponiendo a los visitantes los
primeros detalles para situarnos en el panorama que vamos a vivir. Muy oportuna
e interesante.:
De Malta, apenas sabía que era una pequeña isla en el
Mediterráneo, ocupada en su día por los Caballeros de Malta y,... ¡Ah! Y lo del
halcón maltés.
Geográficamente > No es una isla. Es un
archipiélago formado por tres islas habitadas y varios islotes sin
aprovechamiento alguno. De las tres islas, la principal, la que da nombre al
conjunto, es Malta, donde está la capital y el aeropuerto. La más pequeña tiene
un nombre que le cuadra perfectamente: Comino; en ella no residen ni media
docena de habitantes. La del medio en tamaño, pero la más alejada de la
primera, es Gozo y ofrece, en lo que cabe, una variedad de atractivos
interesantes.
Geológicamente >Malta está enclavada en la parte
centro-occidental del Mediterráneo, uno de los mares formados por el Océano
Atlántico, precisamente el que está enclavado entre la Europa meridional y el
África septentrional, cerrado en oriente por la península de Anatolia y abierto
al Océano, en occidente, por el estrecho de Gibraltar. El archipiélago está
formado por un conjunto de crestas de las cadenas montañosas que discurren y dan fondo al mar Mediterráneo y más directamente es una prolongación de la de Sicilia,
cuya isla es el territorio más próximo. Pienso que ese plegamiento que emerge
dando lugar al archipiélago, debe ser parte o. acaso, derivación del que formó
las cordilleras Béticas, que dieron lugar -y hoy ocupan- la parte sudoriental
de la península Ibérica y las islas Baleares
Históricamente >
>En
época prehistórica, Malta ya estaba ocupada por humanos unos 5.000 años
a.C., existiendo pruebas arqueológicas que luego visitaremos.
>En época histórica, estuvo ocupado el archipiélago por romanos, normandos,
árabes, otomanos, y cristianos, hasta el asentamiento de la que
entonces se conocía como Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de
Jerusalén, y de Rodas. Fue en 1530,
fecha en que el territorio estabas bajo la soberanía del emperador Carlos I de
España por la conquista de Nápoles y Sicilia, cuando éste decidió, con permiso
del Papa, cederla a los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén que, habiendo
sido expulsados de Rodas por el Sultán Solimán el Magnífico, carecían de
territorio donde asentarse. Y ahí entra la anécdota del “halcón maltés”, pues
es fama que el emperador cedió los terrenos a cambio del compromiso adquirido
por los Caballeros de entregarle como tributo un halcón cada año.
Casi tres siglos fue
Malta la sede de los Caballeros Hospitalarios, que gobernaron las Islas
maltesas, dotándolas de edificios monumentales, centros hospitalarios para
atender a enfermos y heridos, fuertes de imponente apariencia y abundantes
murallas defensivas, para disuadir y, en su caso, defenderse eficazmente de la
amenaza de los corsarios y piratas berberiscos que durante mucho tiempo
dominaron el Mediterráneo.
Tras la instalación de
los Caballeros -que ya incluyeron en el
nombre de su orden la denominación “de Malta” con que ahora esencialmente se
les conoce- se sucedieron , italianos, normandos, franceses (con la ocupación
pacífica de Napoleón) y, finalmente, británicos, quienes, con Nelson, la
conquistaron, desalojando a sus antiguos tenedores, y durante los dos últimos
siglos ocuparon las islas, como colonia, hasta que a finales del pasado siglo
los malteses consiguieron su independencia.
>Actualmente>
El pueblo es en su inmensa mayoría cristiano: católicos romanos por lo general,
aunque algunos son cismáticos, como erróneamente solemos llamar a los católicos
ortodoxos. Hay algunos mahometanos y quizás, algún judío. En conjunto es un
pueblo religioso, cuyas manifestaciones es fácil advertir en las abundantes
efigies de santos que adornan las calles u ocupan lugares públicos
Políticamente> Se trata de un Estado
independiente. Una República monocameral que forma parte de la Unión Europea,
cuya presidencia ostentó, precisamente el año pasado. Es, con mucha diferencia,
el más pequeño de los Estados que la componen y uno de los de mayor densidad de
población. Singularmente, forma parte, además, de la Commonwealth, como
vestigio de su pertenencia a Gran Bretaña hasta hace pocos años.
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Llegamos al hotel. Está enclavado en medio de un conjunto de edificios y calles que conforman la unión de tres antiguos pueblos unidos hoy en una unidad urbanística, que junto a otras similares forma el centro turístico de la zona.
La primera salida al día siguiente.
Día 2º. Domingo.
Las calles de la ciudad, construidas sobre cerros que acaban
en la costa, muestran un trazado sinuoso con pronunciados desniveles y
obligadas curvas necesarias para salvarlos. Y… ¡conduciendo por la izquierda! (Vestigio
de la presencia inglesa). Pero, ¡cosa curiosa, que pude apreciar luego!: aunque
los coches van por su izquierda, los viandantes circulan normalmente por la
derecha. (Pienso que puede ser por la presencia de una gran cantidad de
turistas de europeos continentales y extranjeros no anglófonos, que atiborran
las ciudades -que mejor diría, los pueblos_ en sus desplazamientos y visitas
turísticas)
Estábamos en Sanglea, una de las tres
ciudades que forman el conjunto que constituye el Gran Puerto de Malta.
Frente a
nosotros, una cuesta que conduce, a la iglesia parroquial María Bambina.
Con
trazas de catedral no es nada más que una parroquia, ideada para dar albergue,
en caso de necesidad, a mucha gente. Imponente fachada que envidiarían grandes
iglesias europeas. Bajamos caminando hacia el Gran Puerto. Efectivamente, deslumbrante, colosal, dominando el amplio espacio que queda entre los cabos y salientes de las costas vecinas, coronadas de monumentales construcciones defensivas. En sus aguas: dos transatlánticos de lujo; un yate de -según se dijo- un jeque árabe anclado por varios amarres, vigilados por atento personal; barcos de vela de variado tonelaje y atrayente colorido; y lanchas; y mucho movimiento, que no impide disfrutar del espectáculo de un amplio espacio marino rematado por torreones y faros.
¡Una delicia para la vista!
Un paseo a lo largo
del puerto para llegar al otro lado y extasiarnos ante la imponente
construcción del fuerte del Santo Ángel en la ciudad de Birgu, cuyas defensas
fueron decisivas para impedir la conquista de Malta por las tropas otomanas en
el famoso Gran Asedio de 1565. A los pies de este baluarte, tomamos una
góndola, una de las muchas lanchas motoras utilizadas para que los turistas
puedan -podamos- gozar, contemplando desde el mar las instalaciones
defensivas que rodean el puerto. Un paseo, una vista y un recorrido que ha
merecido la pena después de tanto subir y bajar por las calles que llevan de un
lugar a otro. Por cierto, que en ese deambular he podido constatar un dato
curioso: las casas que forman las calles de la ciudad no están numeradas
normalmente, sino señaladas con un nombre propio (que debe ser el del
propietario) y en aquellos casos en que hay numeración, ésta, a diferencia de
lo que se suele hacer en todos los lugares que yo he visitado, se sucede
correlativamente en cada acera. 2, 3, 4, etc. Y no, 1, 3, 5, etc. en las aceras
de la izquierda y 2, 4, 6, etc. en las aceras de la derecha.
Día 3º. Lunes
Fuente de tritones |
Y llegamos al
Oratorio, pieza especialmente cuidada por los malteses porque allí conserva la
, para ellos, obra cumbre de “su gran artista”, el italiano Caravaggio, quien,
huyendo de la justicia romana, permaneció unos meses en Malta, donde pintó cinco
hermosos cuadros de los que esta nación solo conserva dos, repartiéndose los
restantes entre Paris y Londres (que se apropiaron de ellos durante su estancia
en la ciudad) y en Roma, donde se exhiben ahora en sus respectivos museos.
En lugar privilegiado “la decapitación de San Juan Bautista”, famosa obra pictórica a cuya exhibición los malteses han dedicado una atención especial.
En lugar privilegiado “la decapitación de San Juan Bautista”, famosa obra pictórica a cuya exhibición los malteses han dedicado una atención especial.
Acabada la visita,
seguimos admirando otras soberbias edificaciones de la época de los Caballeros,
como el antiguo Monte de Piedad o la Biblioteca, pero el día es especialmente
caluroso y los paseos por las calles de la ciudad ya pesan, por lo que, aunque
siguen siendo admirables tantas muestras de arte, dejamos la continuación de la
visita para otro día.
Día cuarto. Martes.
Le toca el turno hoy a la Isla de Gozo, situada en el N.O de
Malta. Tomamos el ferry que no tarda ni media hora en cubrir la distancia entre
las dos islas. Es el medio de comunicación utilizado por los habitantes de
ambas, quienes es frecuente que trabajen en una de ella y vivan en la otra. En
el trayecto se divisa la islita de Comino, prácticamente deshabitada.
Gozo quedó prácticamente destrozada como consecuencia de los
bombardeos que soportó durante las guerras mundiales. Después de la última ha
sido casi totalmente reconstruida. Un enjambre de pueblitos esparcidos en un
terreno relativamente llano. Muchas construcciones denuncian su relativa
juventud contratando con las extraordinarias fachadas que vimos ayer. Casas de
dos plantas construidas con piedra artificial blanquecina o gris, agrupadas sin
orden urbanístico alrededor de grandes iglesias, eso sí, monumentales y con
estilo parecido a las de Malta. Como consecuencia del clima los edificios de
casi todas las casas terminan, no en tejados, sino en terrazas, lo que evoca
las construcciones de los pueblos africanos. Barrios pobres; incluso, en uno de
ellos me pareció ver favelas. Entre esos pueblitos algunos campos parecen
cultivados, aunque, dada la estación del año, no se aprecia con qué. En algún
lugar, zonas verdes con plantas de fresas.
Y llegamos a la Gruta Azul. En la costa, a través de una oquedad
formada por dos enormes rocas inclinadas en su parte alta desde su base,
originando una especie de puerta natural de tipo gótico ojival, se ve el mar.
Unas barcas pintadas con atractivos colores amarillos, rojos y azules, esperan
a los turistas que, equipados con salvavidas, se adentran por esa puerta para
dar un paseo en barco que permite la contemplación de un bonito espectáculo: Un
mar embravecido, batiendo los altos bastiones rocosos de la costa, deja ver el
límpido color azul y púrpura de sus aguas en las que nadan, tranquilas, enormes
medusas de color ocre- anaranjado. Un espectáculo maravilloso.
Dejamos la Gruta, saboreando el espectáculo vivido y tomamos el
autobús, con el que llegamos al Santuario de Nuestra Señora del Pino, enclavado
en una amplia explanada flanqueada por paredes cubiertas de mosaicos de vivos
colores, en los que se presentan distintos pasajes de la vida de la Virgen.
Un
precioso “campanile” custodia el santuario. En la placita, un par de imágenes
modernas, con la representación de un hombre y una mujer del pueblo, completan
el conjunto
. Luego de pasar un par de iglesias, donde, al parecer, su ubican en
competencia las parroquias de San Jorge y Santa María, vamos camino de la
Ciudadela, donde aún quedan rastros de las defensas antiaéreas de la segunda
guerra mundial. La Catedral de Gozo está levantada sobre una iglesia normanda y
no pudo acabarse por falta de fondos por lo que su cúpula está sustituida por
un “trampantojo”, bien emplazado. Acabamos el paseo, tras contemplar desde la
parte alta de la ciudadela el magnífico cuadro que en derredor ofrece el
aparentemente tranquilo mar en cuyos confines, en dirección a Sicilia se
aprecia un montículo con la estatua de Cristo, como protector
Quinto día. Miércoles
Hoy vistamos la parte centro-occidental de la isla, donde
permanecen aun los vestigios de la línea defensiva construida por los
británicos como último parapeto en la 2ª Gran Guerra, la que llaman “la línea
Victoria”, que prácticamente divide la isla en dos mitades: N.O /S. E.
Camino, pues, de Mosta, que es una parroquia formada por
varios pueblos pequeños que conservas numerosos templos que dan fe de la
existencia de culto cristiano desde la antigüedad.. En el trayecto la guía nos
hace fijar la atención en una casa normal, custodiada por un soldado, único
detalle que evidencia la categoría social de la casa, morada habitual del
Primer Ministro.
Y llegamos a Mosta, dirigiéndonos directamente a la Basílica
de la Asunción, que es la patrona del lugar y de Malta. Construida en el S. XIX, en
sustitución de la iglesia parroquial que se había quedado pequeña, es famosa en
toda la nación por su original construcción y por haber sido objeto de un hecho
milagroso ocurrido durante la segunda guerra mundial en que, durante un
bombardeo alemán, cuatro bombas cayeron sobre la iglesia de las que tres no
explotaron y una de ella pasó por la cúpula sin causar daño alguno. Es la
iglesia, una obra diseñada al estilo del Panteón de Roma, un amplio espacio
circular en uno de cuyos lados se venera la imagen de la Asunción, en un cuadro
que data del siglo XVII, obra de un pintor italiano.
Cerca están los
jardines de San Antonio, diseñados originalmente en los alrededores de uno de
los Grandes Maestres de los Caballeros. Un pequeño jardín botánico
delicadamente cuidado. Terminamos esta visita con el traslado a la fábrica de
cristal que, junto con otros centros de artesanía, son hoy lo que, en tiempos
de la guerra, fueron terrenos ocupados por los hangares militares y elementos
de defensa bélica.
Un poco más al S. O. está Rabat, en otros tiempos un arrabal
de Mdina (De hecho, la palabra Rabat quiere decir eso: extramuros, arrabal). Da
la sensación de tener más vida que Mdina y confirma la guía que las escuelas de
este grupito de pueblos están aquí. Sin duda, desde el punto de vista del
turismo, lo más importante en Rabat son las catacumbas, excavaciones realizadas
inicialmente como cementerios y
aprovechadas después lugares de martirio y castigo, como capillas y, finalmente, como refugios. La Gruta de San Pedro es una impresionante muestra de estas antiguas construcciones. En sus inmediaciones, la iglesia de San Clotaldo, contiene un sorprendente laberinto subterráneo, un enterramiento que data del siglo IV a. C. con nichos preparados con detalle para la conservación de los cuerpos.
aprovechadas después lugares de martirio y castigo, como capillas y, finalmente, como refugios. La Gruta de San Pedro es una impresionante muestra de estas antiguas construcciones. En sus inmediaciones, la iglesia de San Clotaldo, contiene un sorprendente laberinto subterráneo, un enterramiento que data del siglo IV a. C. con nichos preparados con detalle para la conservación de los cuerpos.
Llegamos finalmente a Medina, ciudad amurallada,
sorprendentemente bonita. Sus edificios palaciegos cubren las silenciosas
calles que muestran una ciudad sencillamente magnífica por sus señoriales
construcciones y escasa circulación de automóviles. Fue la capital de la isla
hasta la ocupación de ésta por los Caballeros de la Orden de los Hospitalarios
en el siglo XVI.
Dia 6º jueves.
Hoy toca Un paseo por la capital. Entramos en La Valeta por
la plaza de Castilla, después de dejar la ya conocida Fuente de los Tritones. A
lo largo del recorrido contemplamos estupendos edificios que datan de los
siglos XVI y siguientes, remozados, y otros, construidos recientemente, que
conjugan sin perder mérito con los anteriores.
Entre otros: El Palacio de
Castilla, señorial; el que albergara la Bolsa de Malta, de suntuosa fachada. Y
llegamos a los Jardines Altos de Barroca que nos brindan impresionantes vistas
del Gran Puerto y de los pueblos que lo recogen. Continuamos viendo las
fachadas de las casas que constituyeron los albergues de los Caballeros,
quienes, al menos una vez en la semana, debía allí pasar la noche; por la que
fue el Palacio de Justicia, ocupado en su día por la Inquisición, en cuya
fachada aún queda el gancho donde quedaba el cuerpo de los ajusticiados.
Vista general de La Valeta |
Y, por fin, llegamos
al Palacio del Gran Maestre de la Orden, que, tras otros destinos posteriores,
fue hasta hace tres años sede del Parlamento de Malta. Una detenida visita del
Palacio nos permite conocer la sala del Trono, utilizada por los Caballeros
como lugar de recepción de los grandes personajes que visitaban la ciudad, en
la que destacan los frescos alusivos al Gran sitio de Malta de 1565. Y la famosa Sala de Tapices gobelinos preparados
expresamente para este sala que fue lugar de reunión de los Caballeros de la
Orden, muchos de los cuales están representados en los cuadros que adornan sus
paredes. Una visita rica en Arte e historia, de la que salimos para, tras un
paseo que nos permite ver nuevos edificios antiguos, como la iglesia de los
Jesuitas y el que fuera Hospital de los Caballeros, llegar, atravesando uno de
los largos pasajes secretos de la ciudad, al edificio donde se exhibe un muy
cuidado documental sobre los orígenes y la vida de Malta, que resultó revelador
y ameno
Dia 7º. viernes
Terminaremos el viaje visitando en la parte sur de la isla
principal dos espectáculos diferentes y, ambos, dignos de recuerdo.
1.-- En la costa.” La gruta azul”. El mismo nombre que
tiene la que ya vimos en Gozo. Queda el autobús en una explanada, mientras
nosotros, siguiendo a la guía, comenzamos a bajar desde el cerro hasta el nivel
del mar.
Allá abajo, a no sé
cuantos metros de profundidad, una pequeña cala que forma parte de una
armoniosa y enrevesada serie de cuevas excavadas en la costa, imponente por el
duro batir de las aguas del mar. Allí había un embarcadero de canoas típicas de
la isla donde embarcamos para apreciar desde el mar las excavaciones realizadas
por el fuerte oleaje que azota la costa. Un espectáculo emocionante el de la
“Laguna azul”, especialmente para los que somos “de tierra adentro”. Sí, nombre
apropiado: las aguas tienen un fuerte color azul, quizás, por las algas que
contienen. Destaco la cantidad de medusas, con tamaño de platos, que pululan
cerca de la costa. Una vuelta en barca con seis pasajeros cada una en el mar.
Un rosario marino, cuyas cuentas serían las barcas que, una tras otra, van
siguiéndose para recorrer la costa y contemplar de cerca los efectos
demoledores del mar chocando contra los altos y escarpados acantilados que dan
sombra a unas aguas teñidas de un azul intenso mezclado con un granate con
trasfondos amarillos, que colorean la base de la costa de blanda roca,
constantemente excavada por efecto de los embates de las olas. Terminado el
paseo marítimo, un lento paseo a pie para subir, andando cansinamente, hasta
donde está el autobús que, de nuevo en marcha, nos conduce a la otra sorpresa.
2.- En el centro. ”Los templos prehistóricos”. Con
datación más antigua, incluso, que las Pirámides de Egipto, los restos de unas
construcciones colosales, construidas sobre un altozano y elevadas a base de
piedras enhiestas y adosadas entre sí de decenas de toneladas cada una permiten
adivinar la existencia de unos templos cuya función exacta solo puede colegirse
por comparación con otros similares, pero que dan fe de la celebración de unas
prácticas religiosas de adoración a dioses desconocidos, o de fenómenos u
objetos divinizados. De forma circular, tiene varias puertas y contienen en su
interior vestigios claros de salas con objetivos determinados como sala de
oráculos, … Aquí, se nos dice, se encontraron las estatuas de la Venus de Malta y de la Dama Durmiente, ,
cuyas existencias yo desconocía. Descendiendo del altozano por la otra parte,
tras una empinadísima cuesta, se puede ver un hipogeo sorprendente construido
hace unos cinco mil años, con cabalísticos signos dibujados en rojo y
representación de figuras de serpiente y otras de difícil reconocimiento. Y más
adelante, en sus inmediaciones, un nuevo templo ciclópeo para cuya erección se
han tenido en cuenta las fechas de salida del sol durante los equinoccios, de
manera que en esos días el sol pueda entrar hasta el altar donde se colocara el
objeto de su adoración. Todo un conjunto sorprendente.
Tras dejar los monumentos, aprovechamos el ingenio de los
naturales del país que, por un solo euro, facilitaban el duro ascenso mediante
el servicio de carritos de golf, suficiente máquina para evitar el cansancio de
la subida. Luego, el merecido descanso en el autobús para llegar al Hotel.
Último día. Sábado
Día dedicado a la libre voluntad de los viajeros antes de
salir para el aeropuerto con destino a nuestro lugar de origen, a Madrid.
Nosotros lo aprovechamos para acercarnos al Acuario de la
ciudad. Como había tiempo de sobra, decidimos ir en autobús, pero su tardanza,
nos decidimos a tomar un taxi, que nos dejó en la costa, en las proximidades
del lugar, al que no pudo llegar por la existencia de obras en la calle de
acceso.
Un discreto acuario,
planificado al modo tradicional. Los niños seguro que disfrutarán con el
variado colorido y constante movimiento de los peces que pasan veloces tras los
cristales del pasillo que, serpenteando, marca el itinerario a seguir.
Después de tomar un aperitivo sentados en una terracita con
vistas al mar, y acariciados por una suave y fresca brisa, decidimos poner punto final al viaje.
¡Qué buena y detallada descripción con sus ilustrativas fotos! Se desprende claramente que el viaje os gustó y sorprende en efecto la cantidad de riquezas desconocidas que tiene. Gracias por este viaje virtual.
ResponderEliminarSolo un día pude estar en Malta y me gustó lo que ví. Sin duda tu relato me ha convencido para ir al menos una semana. Gracias como siempre.
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