Pinceladas.-Mi viaje a MALTA


Mi viaje a MALTA

Escudo oficial de Malta
Acompañantes: Camelia, mi esposa y Pilar, nuestra amiga.
Guía local: Rita
Guía acompañante: Vanesa

Septiembre del 2018. 
Fin del verano. Mucho calor en Madrid.



Día 1º. Sábado

Salida del aeropuerto de Barajas por la terminal 2. Con Norwegian.

                        Es la primera vez que utilizo esta compañía aérea. Poco más de dos horas de vuelo y sin embargo, en el aeropuerto de La Valeta no hay que cambiar la hora en el reloj. Sigue siendo la misma hora que en España a causa de las prevenciones adoptadas en su día por Franco durante la última guerra civil española, para facilitar su intercomunicación con Alemania.

Llegada al aeropuerto. Desplazamiento en autobús hasta el hotel Topaz que nos albergaría durante la semana de estancia. Está ubicado en Saint Paul’ Bay, zona turística en las proximidades de La Valeta, capital administrativa del País..

La primera sensación en el trayecto de acceso al hotel es la de estar atravesando los parajes de la Sierras de Jaén, o de Granada y de la costa Almeriense, solo que con un poco más de vegetación típica de estas zonas: cactus, chumberas, muchas chumberas esturreadas por el paisaje y en los bordes de la carretera. Y alcaparras, colgando en grandes y compactos racimos de los patios aledaños. Y más cactus gigantescos, Y pinos aislados de tipos variados. Algunas manchas pequeñas de olivares, con tristes y grandes matas de olivas creciendo en suelos calizos, blancos y secos. Y parcelas de terrenos de barbecho en bancales relativamente pequeños, o largos eriales separados entre sí por muretes formados con pedruscos superpuestos, ofreciendo el aspecto de tapiales en equilibrio sorprendente. Y luego la carretera: estrecha, bacheada; de trazado sinuoso con bastante desnivel y muchas y pronunciadas curvas.

Entretanto, la guía va exponiendo a los visitantes los primeros detalles para situarnos en el panorama que vamos a vivir. Muy oportuna e interesante.:

De Malta, apenas sabía que era una pequeña isla en el Mediterráneo, ocupada en su día por los Caballeros de Malta y,... ¡Ah! Y lo del halcón maltés.

            Pero, no. Es mucho más:

Geográficamente > No es una isla. Es un archipiélago formado por tres islas habitadas y varios islotes sin aprovechamiento alguno. De las tres islas, la principal, la que da nombre al conjunto, es Malta, donde está la capital y el aeropuerto. La más pequeña tiene un nombre que le cuadra perfectamente: Comino; en ella no residen ni media docena de habitantes. La del medio en tamaño, pero la más alejada de la primera, es Gozo y ofrece, en lo que cabe, una variedad de atractivos interesantes.

Geológicamente >Malta está enclavada en la parte centro-occidental del Mediterráneo, uno de los mares formados por el Océano Atlántico, precisamente el que está enclavado entre la Europa meridional y el África septentrional, cerrado en oriente por la península de Anatolia y abierto al Océano, en occidente, por el estrecho de Gibraltar. El archipiélago está formado por un conjunto de crestas de las cadenas montañosas que discurren y dan fondo al mar Mediterráneo y más directamente es una prolongación de la de Sicilia, cuya isla es el territorio más próximo. Pienso que ese plegamiento que emerge dando lugar al archipiélago, debe ser parte o. acaso, derivación del que formó las cordilleras Béticas, que dieron lugar -y hoy ocupan- la parte sudoriental de la península Ibérica y las islas Baleares

Históricamente >

 >En época prehistórica, Malta ya estaba ocupada por humanos unos 5.000 años a.C., existiendo pruebas arqueológicas que luego visitaremos. 
>En época histórica, estuvo ocupado el archipiélago por romanos, normandos, árabes, otomanos, y cristianos, hasta el asentamiento de la que entonces se conocía como Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, y de Rodas.  Fue en 1530, fecha en que el territorio estabas bajo la soberanía del emperador Carlos I de España por la conquista de Nápoles y Sicilia, cuando éste decidió, con permiso del Papa, cederla a los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén que, habiendo sido expulsados de Rodas por el Sultán Solimán el Magnífico, carecían de territorio donde asentarse. Y ahí entra la anécdota del “halcón maltés”, pues es fama que el emperador cedió los terrenos a cambio del compromiso adquirido por los Caballeros de entregarle como tributo un halcón cada año.
 Casi tres siglos fue Malta la sede de los Caballeros Hospitalarios, que gobernaron las Islas maltesas, dotándolas de edificios monumentales, centros hospitalarios para atender a enfermos y heridos, fuertes de imponente apariencia y abundantes murallas defensivas, para disuadir y, en su caso, defenderse eficazmente de la amenaza de los corsarios y piratas berberiscos que durante mucho tiempo dominaron el Mediterráneo.
 Tras la instalación de los Caballeros  -que ya incluyeron en el nombre de su orden la denominación “de Malta” con que ahora esencialmente se les conoce- se sucedieron , italianos, normandos, franceses (con la ocupación pacífica de Napoleón) y, finalmente, británicos, quienes, con Nelson, la conquistaron, desalojando a sus antiguos tenedores, y durante los dos últimos siglos ocuparon las islas, como colonia, hasta que a finales del pasado siglo los malteses consiguieron su independencia.
>Actualmente> El pueblo es en su inmensa mayoría cristiano: católicos romanos por lo general, aunque algunos son cismáticos, como erróneamente solemos llamar a los católicos ortodoxos. Hay algunos mahometanos y quizás, algún judío. En conjunto es un pueblo religioso, cuyas manifestaciones es fácil advertir en las abundantes efigies de santos que adornan las calles u ocupan lugares públicos
Políticamente> Se trata de un Estado independiente. Una República monocameral que forma parte de la Unión Europea, cuya presidencia ostentó, precisamente el año pasado. Es, con mucha diferencia, el más pequeño de los Estados que la componen y uno de los de mayor densidad de población. Singularmente, forma parte, además, de la Commonwealth, como vestigio de su pertenencia a Gran Bretaña hasta hace pocos años.

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Llegamos al hotel. Está enclavado en medio de un conjunto de edificios y calles que conforman la unión de  tres antiguos pueblos unidos hoy en una unidad urbanística, que junto a otras similares forma el centro turístico de la zona.

          El hotel deja ver, bien claramente, que el edificio original se ha conectado con otros edificios colindantes formando un complejo un tanto deslavazado: Antiguo; pero, bien.  Aceptable. La habitación amplia y sencilla.

La primera salida al día siguiente.

Día 2º. Domingo.

Las calles de la ciudad, construidas sobre cerros que acaban en la costa, muestran un trazado sinuoso con pronunciados desniveles y obligadas curvas necesarias para salvarlos. Y… ¡conduciendo por la izquierda! (Vestigio de la presencia inglesa). Pero, ¡cosa curiosa, que pude apreciar luego!: aunque los coches van por su izquierda, los viandantes circulan normalmente por la derecha. (Pienso que puede ser por la presencia de una gran cantidad de turistas de europeos continentales y extranjeros no anglófonos, que atiborran las ciudades -que mejor diría, los pueblos_ en sus desplazamientos y visitas turísticas)






Pero, cambia el panorama de manera radical tras descender del vehículo y dirigirnos a la fortaleza  
Estábamos en Sanglea, una de las tres ciudades que forman el conjunto que constituye el Gran Puerto de Malta. 

Frente a nosotros, una cuesta que conduce, a la iglesia parroquial María Bambina.

Con trazas de catedral no es nada más que una parroquia, ideada para dar albergue, en caso de necesidad, a mucha gente. Imponente fachada que envidiarían grandes iglesias europeas. 

Bajamos caminando hacia el Gran Puerto. Efectivamente, deslumbrante, colosal, dominando el amplio espacio que queda entre los cabos y salientes de las costas vecinas, coronadas de monumentales construcciones defensivas. En sus aguas: dos transatlánticos de lujo; un yate de -según se dijo- un jeque árabe anclado por varios amarres, vigilados por atento personal; barcos de vela de variado tonelaje y atrayente colorido; y lanchas; y mucho movimiento, que no impide disfrutar del espectáculo de un amplio espacio marino rematado por torreones y faros.
 ¡Una delicia para la vista! 
Un paseo a lo largo del puerto para llegar al otro lado y extasiarnos ante la imponente construcción del fuerte del Santo Ángel en la ciudad de Birgu, cuyas defensas fueron decisivas para impedir la conquista de Malta por las tropas otomanas en el famoso Gran Asedio de 1565. A los pies de este baluarte, tomamos una góndola, una de las muchas lanchas motoras utilizadas para que los turistas puedan  -podamos-   gozar, contemplando desde el mar las instalaciones defensivas que rodean el puerto. Un paseo, una vista y un recorrido que ha merecido la pena después de tanto subir y bajar por las calles que llevan de un lugar a otro. Por cierto, que en ese deambular he podido constatar un dato curioso: las casas que forman las calles de la ciudad no están numeradas normalmente, sino señaladas con un nombre propio (que debe ser el del propietario) y en aquellos casos en que hay numeración, ésta, a diferencia de lo que se suele hacer en todos los lugares que yo he visitado, se sucede correlativamente en cada acera. 2, 3, 4, etc. Y no, 1, 3, 5, etc. en las aceras de la izquierda y 2, 4, 6, etc. en las aceras de la derecha. 



Día 3º. Lunes

Fuente de tritones
Al siguiente día, salimos para contemplar el interior de la ciudad fortificada de La Valeta, capital del archipiélago, después que a ella trasladaron su sede los Grandes Maestres, privando de ese carácter a Mdina, la ciudad que antes lo fuera hasta que los Caballeros decidieron dar preferencia a la zona portuaria por razones político-militares. Su construcción se proyectó tras la gran defensa contra los turcos y su nombre es homenaje al gran Maestre de la Orden que dirigió la defensa cristiana. A su entrada, en un espacio amplísimo, una fuente monumental de tritones, de moderna construcción, que contrasta -embelleciendo el conjunto- con los edificios que ya forman la ciudad. Nuevos edificios, entre soberbias construcciones -reconstruidas- de la época de los Caballeros. No puedo recordarlos todos, pero no puedo olvidarme de la Concatedral de Malta, construida tras el traslado a esta ciudad de la capital antigua, Mdina, a la que no se le privó de su primacía religiosa. Es toda de piedra tallada, cubierta con pan de oro. En su interior, las naves laterales, cerradas y embellecidas por capillas para el enterramiento de los Caballeros de las ocho lenguas <divisiones  político-administrativas de la Orden (Lengua de Francia, septentrional. Lengua de Francia Central (Auvernia). Lengua de Francia meridional (Provenza). Lengua de Aragón (con Cataluña y Navarra). Lengua de Castila (con  León y Portugal). Lengua de Italia. Lengua de Inglaterra y Lengua de Alemania>. Cada gran Maestre tiene su capilla. Excepcionalmente uno de los italianos cuyo nombre no recuerdo tiene su estatua, entrando a la izquierda, pues las dimensiones de la misma excedían del espacio a ella destinada en su capilla. En el suelo, sobre una base de cemento, mármol de colores variados.


 Y llegamos al Oratorio, pieza especialmente cuidada por los malteses porque allí conserva la , para ellos, obra cumbre de “su gran artista”, el italiano Caravaggio, quien, huyendo de la justicia romana, permaneció unos meses en Malta, donde pintó cinco hermosos cuadros de los que esta nación solo conserva dos, repartiéndose los restantes entre Paris y Londres (que se apropiaron de ellos durante su estancia en la ciudad) y en Roma, donde se exhiben ahora en sus respectivos museos.



 En lugar privilegiado “la decapitación de San Juan Bautista”, famosa obra pictórica a cuya exhibición los malteses han dedicado una atención especial.


 Acabada la visita, seguimos admirando otras soberbias edificaciones de la época de los Caballeros, como el antiguo Monte de Piedad o la Biblioteca, pero el día es especialmente caluroso y los paseos por las calles de la ciudad ya pesan, por lo que, aunque siguen siendo admirables tantas muestras de arte, dejamos la continuación de la visita para otro día.

Día cuarto. Martes.
Le toca el turno hoy a la Isla de Gozo, situada en el N.O de Malta. Tomamos el ferry que no tarda ni media hora en cubrir la distancia entre las dos islas. Es el medio de comunicación utilizado por los habitantes de ambas, quienes es frecuente que trabajen en una de ella y vivan en la otra. En el trayecto se divisa la islita de Comino, prácticamente deshabitada. 

Gozo quedó prácticamente destrozada como consecuencia de los bombardeos que soportó durante las guerras mundiales. Después de la última ha sido casi totalmente reconstruida. Un enjambre de pueblitos esparcidos en un terreno relativamente llano. Muchas construcciones denuncian su relativa juventud contratando con las extraordinarias fachadas que vimos ayer. Casas de dos plantas construidas con piedra artificial blanquecina o gris, agrupadas sin orden urbanístico alrededor de grandes iglesias, eso sí, monumentales y con estilo parecido a las de Malta. Como consecuencia del clima los edificios de casi todas las casas terminan, no en tejados, sino en terrazas, lo que evoca las construcciones de los pueblos africanos. Barrios pobres; incluso, en uno de ellos me pareció ver favelas. Entre esos pueblitos algunos campos parecen cultivados, aunque, dada la estación del año, no se aprecia con qué. En algún lugar, zonas verdes con plantas de fresas.

Y llegamos a la Gruta Azul. En la costa, a través de una oquedad formada por dos enormes rocas inclinadas en su parte alta desde su base, originando una especie de puerta natural de tipo gótico ojival, se ve el mar. Unas barcas pintadas con atractivos colores amarillos, rojos y azules, esperan a los turistas que, equipados con salvavidas, se adentran por esa puerta para dar un paseo en barco que permite la contemplación de un bonito espectáculo: Un mar embravecido, batiendo los altos bastiones rocosos de la costa, deja ver el límpido color azul y púrpura de sus aguas en las que nadan, tranquilas, enormes medusas de color ocre- anaranjado. Un espectáculo maravilloso.

Dejamos la Gruta, saboreando el espectáculo vivido y tomamos el autobús, con el que llegamos al Santuario de Nuestra Señora del Pino, enclavado en una amplia explanada flanqueada por paredes cubiertas de mosaicos de vivos colores, en los que se presentan distintos pasajes de la vida de la Virgen.

Un precioso “campanile” custodia el santuario. En la placita, un par de imágenes modernas, con la representación de un hombre y una mujer del pueblo, completan el conjunto
. Luego de pasar un par de iglesias, donde, al parecer, su ubican en competencia las parroquias de San Jorge y Santa María, vamos camino de la Ciudadela, donde aún quedan rastros de las defensas antiaéreas de la segunda guerra mundial. La Catedral de Gozo está levantada sobre una iglesia normanda y no pudo acabarse por falta de fondos por lo que su cúpula está sustituida por un “trampantojo”, bien emplazado. Acabamos el paseo, tras contemplar desde la parte alta de la ciudadela el magnífico cuadro que en derredor ofrece el aparentemente tranquilo mar en cuyos confines, en dirección a Sicilia se aprecia un montículo con la estatua de Cristo, como protector
           Quinto día. Miércoles

Hoy vistamos la parte centro-occidental de la isla, donde permanecen aun los vestigios de la línea defensiva construida por los británicos como último parapeto en la 2ª Gran Guerra, la que llaman “la línea Victoria”, que prácticamente divide la isla en dos mitades: N.O /S. E.

Camino, pues, de Mosta, que es una parroquia formada por varios pueblos pequeños que conservas numerosos templos que dan fe de la existencia de culto cristiano desde la antigüedad.. En el trayecto la guía nos hace fijar la atención en una casa normal, custodiada por un soldado, único detalle que evidencia la categoría social de la casa, morada habitual del Primer Ministro.

Y llegamos a Mosta, dirigiéndonos directamente a la Basílica de la Asunción, que es la patrona del lugar y de Malta.          Construida en el S. XIX, en sustitución de la iglesia parroquial que se había quedado pequeña, es famosa en toda la nación por su original construcción y por haber sido objeto de un hecho milagroso ocurrido durante la segunda guerra mundial en que, durante un bombardeo alemán, cuatro bombas cayeron sobre la iglesia de las que tres no explotaron y una de ella pasó por la cúpula sin causar daño alguno. Es la iglesia, una obra diseñada al estilo del Panteón de Roma, un amplio espacio circular en uno de cuyos lados se venera la imagen de la Asunción, en un cuadro que data del siglo XVII, obra de un pintor italiano.    

 Cerca están los jardines de San Antonio, diseñados originalmente en los alrededores de uno de los Grandes Maestres de los Caballeros. Un pequeño jardín botánico delicadamente cuidado. Terminamos esta visita con el traslado a la fábrica de cristal que, junto con otros centros de artesanía, son hoy lo que, en tiempos de la guerra, fueron terrenos ocupados por los hangares militares y elementos de defensa bélica. 

Un poco más al S. O. está Rabat, en otros tiempos un arrabal de Mdina (De hecho, la palabra Rabat quiere decir eso: extramuros, arrabal). Da la sensación de tener más vida que Mdina y confirma la guía que las escuelas de este grupito de pueblos están aquí. Sin duda, desde el punto de vista del turismo, lo más importante en Rabat son las catacumbas, excavaciones realizadas inicialmente como cementerios y
aprovechadas después lugares de martirio y castigo, como capillas y, finalmente, como refugios. La Gruta de San Pedro es una impresionante muestra de estas antiguas construcciones. En sus inmediaciones, la iglesia de San Clotaldo, contiene un sorprendente laberinto subterráneo, un enterramiento que data del siglo IV a. C. con nichos preparados con detalle para la conservación de los cuerpos.



Llegamos finalmente a Medina, ciudad amurallada, sorprendentemente bonita. Sus edificios palaciegos cubren las silenciosas calles que muestran una ciudad sencillamente magnífica por sus señoriales construcciones y escasa circulación de automóviles. Fue la capital de la isla hasta la ocupación de ésta por los Caballeros de la Orden de los Hospitalarios en el siglo XVI.

Dia 6º jueves.

Hoy toca Un paseo por la capital. Entramos en La Valeta por la plaza de Castilla, después de dejar la ya conocida Fuente de los Tritones. A lo largo del recorrido contemplamos estupendos edificios que datan de los siglos XVI y siguientes, remozados, y otros, construidos recientemente, que conjugan sin perder mérito con los anteriores.
Vista general de La Valeta
Entre otros: El Palacio de Castilla, señorial; el que albergara la Bolsa de Malta, de suntuosa fachada. Y llegamos a los Jardines Altos de Barroca que nos brindan impresionantes vistas del Gran Puerto y de los pueblos que lo recogen. Continuamos viendo las fachadas de las casas que constituyeron los albergues de los Caballeros, quienes, al menos una vez en la semana, debía allí pasar la noche; por la que fue el Palacio de Justicia, ocupado en su día por la Inquisición, en cuya fachada aún queda el gancho donde quedaba el cuerpo de los ajusticiados.

 Y, por fin, llegamos al Palacio del Gran Maestre de la Orden, que, tras otros destinos posteriores, fue hasta hace tres años sede del Parlamento de Malta. Una detenida visita del Palacio nos permite conocer la sala del Trono, utilizada por los Caballeros como lugar de recepción de los grandes personajes que visitaban la ciudad, en la que destacan los frescos alusivos al Gran sitio de Malta de 1565. Y la  famosa Sala de Tapices gobelinos preparados expresamente para este sala que fue lugar de reunión de los Caballeros de la Orden, muchos de los cuales están representados en los cuadros que adornan sus paredes. Una visita rica en Arte e historia, de la que salimos para, tras un paseo que nos permite ver nuevos edificios antiguos, como la iglesia de los Jesuitas y el que fuera Hospital de los Caballeros, llegar, atravesando uno de los largos pasajes secretos de la ciudad, al edificio donde se exhibe un muy cuidado documental sobre los orígenes y la vida de Malta, que resultó revelador y ameno

Dia 7º. viernes

Terminaremos el viaje visitando en la parte sur de la isla principal dos espectáculos diferentes y, ambos, dignos de recuerdo.

1.-- En la costa.” La gruta azul”. El mismo nombre que tiene la que ya vimos en Gozo. Queda el autobús en una explanada, mientras nosotros, siguiendo a la guía, comenzamos a bajar desde el cerro hasta el nivel del mar.

 Allá abajo, a no sé cuantos metros de profundidad, una pequeña cala que forma parte de una armoniosa y enrevesada serie de cuevas excavadas en la costa, imponente por el duro batir de las aguas del mar. Allí había un embarcadero de canoas típicas de la isla donde embarcamos para apreciar desde el mar las excavaciones realizadas por el fuerte oleaje que azota la costa. Un espectáculo emocionante el de la “Laguna azul”, especialmente para los que somos “de tierra adentro”. Sí, nombre apropiado: las aguas tienen un fuerte color azul, quizás, por las algas que contienen. Destaco la cantidad de medusas, con tamaño de platos, que pululan cerca de la costa. Una vuelta en barca con seis pasajeros cada una en el mar. Un rosario marino, cuyas cuentas serían las barcas que, una tras otra, van siguiéndose para recorrer la costa y contemplar de cerca los efectos demoledores del mar chocando contra los altos y escarpados acantilados que dan sombra a unas aguas teñidas de un azul intenso mezclado con un granate con trasfondos amarillos, que colorean la base de la costa de blanda roca, constantemente excavada por efecto de los embates de las olas. Terminado el paseo marítimo, un lento paseo a pie para subir, andando cansinamente, hasta donde está el autobús que, de nuevo en marcha, nos conduce a la otra sorpresa.

2.- En el centro. ”Los templos prehistóricos”. Con datación más antigua, incluso, que las Pirámides de Egipto, los restos de unas construcciones colosales, construidas sobre un altozano y elevadas a base de piedras enhiestas y adosadas entre sí de decenas de toneladas cada una permiten adivinar la existencia de unos templos cuya función exacta solo puede colegirse por comparación con otros similares, pero que dan fe de la celebración de unas prácticas religiosas de adoración a dioses desconocidos, o de fenómenos u objetos divinizados. De forma circular, tiene varias puertas y contienen en su interior vestigios claros de salas con objetivos determinados como sala de oráculos, … Aquí, se nos dice, se encontraron las estatuas  de la Venus de Malta y de la Dama Durmiente, , cuyas existencias yo desconocía. Descendiendo del altozano por la otra parte, tras una empinadísima cuesta, se puede ver un hipogeo sorprendente construido hace unos cinco mil años, con cabalísticos signos dibujados en rojo y representación de figuras de serpiente y otras de difícil reconocimiento. Y más adelante, en sus inmediaciones, un nuevo templo ciclópeo para cuya erección se han tenido en cuenta las fechas de salida del sol durante los equinoccios, de manera que en esos días el sol pueda entrar hasta el altar donde se colocara el objeto de su adoración. Todo un conjunto sorprendente.


Tras dejar los monumentos, aprovechamos el ingenio de los naturales del país que, por un solo euro, facilitaban el duro ascenso mediante el servicio de carritos de golf, suficiente máquina para evitar el cansancio de la subida. Luego, el merecido descanso en el autobús para llegar al Hotel.



 Último día. Sábado

Día dedicado a la libre voluntad de los viajeros antes de salir para el aeropuerto con destino a nuestro lugar de origen, a Madrid.

Nosotros lo aprovechamos para acercarnos al Acuario de la ciudad. Como había tiempo de sobra, decidimos ir en autobús, pero su tardanza, nos decidimos a tomar un taxi, que nos dejó en la costa, en las proximidades del lugar, al que no pudo llegar por la existencia de obras en la calle de acceso.

 Un discreto acuario, planificado al modo tradicional. Los niños seguro que disfrutarán con el variado colorido y constante movimiento de los peces que pasan veloces tras los cristales del pasillo que, serpenteando, marca el itinerario a seguir.

Después de tomar un aperitivo sentados en una terracita con vistas al mar, y acariciados por una suave y fresca brisa,  decidimos poner punto final al viaje.

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Comentarios

  1. ¡Qué buena y detallada descripción con sus ilustrativas fotos! Se desprende claramente que el viaje os gustó y sorprende en efecto la cantidad de riquezas desconocidas que tiene. Gracias por este viaje virtual.

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  2. Solo un día pude estar en Malta y me gustó lo que ví. Sin duda tu relato me ha convencido para ir al menos una semana. Gracias como siempre.

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