Pinceladas.-COMO AZUCARILLOS
Como
azucarillos.
Ha tenido que llegar una hecatombe para que nos demos cuenta
de la desgracia que tiene España con su actual gobierno.
El desconcierto sembrado entre los españoles por la ineptitud
de nuestros gobernantes ante la situación creada por el coronavirus, ha roto el
fanal de entontecimiento que el gobierno, asumiendo las directrices podemitas,
venía intentando extender para cubrir los pensamientos y sentimientos de la
mayoría de los ciudadanos. Y el gobierno ha tenido que bajar la presión y
olvidar momentáneamente sus consignas adoctrinadoras, buscando desesperadamente
la forma de encontrar el modo de manejar la nave cuyo control ha perdido.
Hasta el día 8, ¡triste día el de la, tan alentada por
socialistas y podemitas, manifestación multitudinaria del Día de la Mujer! la televisión
y los medios de comunicación llenaban sus respectivos espacios con reiteradas
referencias a lo que han dado en llamar “delitos de género” ,y su apología de
todo lo relacionado con lo LGTB, como medio de
imponer su oposición al sistema anterior y su peculiar deseo de priorizar la
presencia de la mujer (y, en el fondo, su preferencia sobre el varón). Y nos
aporreaban con tales referencias como si esta forma de "vivir la vida" tuviera que recibir atención preferente, o aquellos delitos fueran los únicos dignos
de perseguir; como si fueran los de mayor impacto en nuestra sociedad,
olvidando los causados por el alcohol o las drogas, los accidentes de
circulación, la persecución de los defraudadores (salvo la de los opositores
del régimen, que había que airear), las lacerantes diferencias en el trato, consideración y sueldo, entre diputados y trabajadores, los nepóticos nombramientos de la
administración pública, etc., etc..
Hasta entonces todos los medios públicos habían aceptado la
presión de los partidos políticos gobernantes para imponer y forzar la
distinción entre masculino y femenino (“algunos y algunas”, “ciudadanos y
ciudadanas”, “trabajadores y trabajadoras…”). Justo al día siguiente de haber
logrado que se celebrase la multitudinaria manifestación, (despreciando e
ignorando la solicitud del sector sensato de la población que solicitó su
suspensión), el gobierno cambió radicalmente y empezó a manifestar señales de
ocuparse de la situación del coronavirus, del que, sin que se hubiera aireado
nada para no dificultar la manifestación feministoide, ya había habido
afectados en España desde el mes anterior.
A partir de ese momento, noqueado por los acontecimientos,
empezó el gobierno a abandonar sus consignas adoctrinadoras de su credo para buscar, desordenada y desesperadamente, una forma de acallar las protestas generalizadas
de las gentes contra ese desinterés por el bienestar público que evidenciaban
su olvido de la verdadera gestión de gobierno.
De repente, en las
proclamas gubernamentales ya solo se hacía referencia a los muertos, a los
afectados por el virus; no había “afectadas”, “fallecidas”, “ciudadanas”, sólo se contaba que “el virus había
afectado a los ciudadanos”, sin necesidad de añadir “y ciudadanas”, aceptando
de hecho el sentido genérico recogido en nuestro idioma para dar agilidad a
nuestra comunicación verbal.
El gobierno y los medios públicos han dejado de “tontear”. No
es tiempo, ni le importa, ahora, al público ocuparse de esos matices que, en
el fondo, no les importan (aunque acepten por pura sensación de rebeldía contra
el orden tradicional). Se ha desleído, como azucarillo en café caliente, esa
obstinación de los filocomunistas gobernantes y supuestos “feministas de
boquilla” de imponer a los ciudadanos su peculiar modo de adoctrinamiento.
Y, llegado el momento de la verdad, nos damos cuenta de la
impericia del grupo gobernante, de su falta de capacidad, ni tan siquiera para
gobernarse entre ellos, y, mucho menos, para adoptar las serias y acertadas
medidas que se esperar de un gobernante. Todo son palos de ciego para ver si
aciertan en algo, y hablar, y hablar, y propalar lo que van a hacer y para
esconder lo que de verdad han pifiado. La situación ha permitido que “se les
vea el plumero”, que todo el mundo se entere de su incompetencia.
Pero ¡y eso es lo triste! De poco nos va a servir. Están
demostrando que nada les importa, salvo ellos mismos. Hasta el vicepresidente
del gobierno, que debería de dar ejemplo, se burla de sus propios mandatos, y
se mueve impunemente entre las gentes sin guardar las prevenciones que él y su
gobierno exigen a los ciudadanos; y todo, no para ayudar a solucionar la
crisis, sino para exhibir su liderazgo y consolidar su posición privilegiada
entre sus compañeros de gabinete.
¿Qué les importa eso? Lo importante para ellos es encontrar
una pantalla que les permita ocultar ante los ciudadanos su aberrante propósito
de mantener el timón de la nación a cualquier precio hasta que llegue el
momento de verse obligados a convocar nuevas elecciones.
Eso, si no se atreven a abrogar esa obligación ¡que todo se puede esperar de este tipo de gobernantes! Recuérdese la situación de Venezuela.
“Que Dios nos
pille “confesaos””Eso, si no se atreven a abrogar esa obligación ¡que todo se puede esperar de este tipo de gobernantes! Recuérdese la situación de Venezuela.
Madrid 27.marzo. 2020
Comentarios
Publicar un comentario