Pinceladas HISTORIA SECRETA DE UNA VIDA.
Decidió desde muy temprano sobreponerse a los traumas infantiles de una familia quebrada:
Abandonada ella, de hecho, por su madre; al cuidado de su Abuela; sin
conocer el cariño de un padre (sustituido por la madre por un nuevo compañero),
buscó forjar su propio destino aspirando a encontrar un modo de vida alejado
del mundo en que los Hados pusieron su cuna. Esa situación le imprimió carácter
Buscó su pronta y total
independencia de aquel ambiente como la más inmediata plataforma donde asentar
su deseo de, por contra de lo sufrido hasta entonces, vivir a lo grande, vivir "como
una Señora" y "formando una familia" que ella no había tenido, en la que
consiguiera pilotar el rumbo, dejando a un lado la importancia de los medios en
la ejecución de sus fines.
Logró primero su independencia
familiar gracias a su tesón y a su trabajo.
Probó la posibilidad de
seguir cubriendo sus objetivos con un matrimonio que pronto abandonó al
comprobar las escasas posibilidades que su marido podría darle para cumplir sus
aspiraciones. Lo abandonó.
Abandonó incluso el terreno de sus
lares y se trasladó a la capital, donde se desarrollaba, a su criterio la gran
vida que anhelaba.
Trabajó mientras tendía las redes
de su juventud. Su facundia y su peculiar acento de forastera, unidos a su tesón
e ilimitada capacidad de captar las condiciones de sus compañeros y de
atraerlos, fascinados por su proceder inteligente, acabó de hacerles creer en la
posibilidad de conseguir lo que ella pretendiera.
Un alma noble, sencilla, sin otra
preocupación que vivir descuidadamente en su mundo con la idea de crear algo
que colmara su necesidad de extender su bonhomía a los demás, cayó en las redes
tendidas sabiamente.
Pronto y de manera insensible se
alejó éste de la amiga especial con la que salía, que quedó opacada y
sustituida por la nueva conocida.
Se casaron.
Como recuerdo de la vida que había
dejado, ella requirió la presencia de una amiga que fuera testigo y portavoz en
el pasado ambiente de su triunfo actual. Su madrina fue una amiga lejana de su
alejado pueblo. Pasada la boda, la testigo pasó al olvido: ya había cumplido la
finalidad pretendida.
Comenzó su marcha el matrimonio
bajo su directriz ya que, como ella había percibido durante el breve noviazgo,
el esposo no tenía más preocupación que la de, en lo personal, colmar los
deseos de ella y, en lo profesional, investigar la forma de emprender un buen
negocio.
Con esa plena libertad de
actuación enfocó sus actuaciones para vivir a lo grande creando una familia que
ella no había tenido y bajo las directrices que ella marcará.
Vivió el matrimonio sus primeros
meses en el piso que los suegros habían proporcionado al hijo. Pronto, so
pretexto de su pequeñez para cuidar a sus futuros hijos. decidió dejarlo.
Rechazó asimismo la posibilidad de
considerar la propuesta de los padres del marido sobre la conveniencia de
inscribir al hijo en un colegio existente en la misma calle donde inicialmente
habitó el matrimonio.
No debía, según su proyecto de
vida, sentirse obligada a nadie: Consecuente con su proyecto, sería ella la que,
con tenacidad inabordable, marcara el rumbo de su vida y la de su familia.
Con esa misma idea se negó en
rotundo a que su primer hijo, como primogénito, recibiera el nombre de su
marido, que era el mismo que éste detentaba como primogénito del abuelo, y así,
todos los primogénitos de la familia, ya, desde el siglo XIX. Se impondría al
niño -y se le impuso- el nombre que ella decidió unos días antes del
nacimiento. No le importó romper la tradición de continuar la saga del marido,
con tal de dejar bien claro que era su decisión la que marcaría el proyecto de
vida independiente que se había formado.
La familia se instaló a lo grande
en un chalé individual de dos plantas y contrató el ingreso sucesivo de sus
hijos en uno de los colegios más exclusivo de la zona, a un par de decenas de
km. de su vivienda.
Decisión elogiable para quien tuviera holgados ingresos.
Pero no era así. Solo contaba el
matrimonio con el sueldo del marido, pues ella, porque " tenía que cuidar
del hijo",. había dejado de trabajar y " tuvo que" contratar los
servicios de una asistenta porque " la casa era grande"
Pronto descubrieron que el sueldo
cubría escasamente las necesidades familiares, que fueron en aumento por la
forzada necesidad de ponerse, y mantenerse, a la altura de las actividades de
los padres de los compañeros del colegio de los niños (casi todos, personas
acomodadas y/o figuras eminentes de la vida social de la Región.)
Por otro lado, se enfrentó a la
cruda realidad; los gastos de mantenimiento y mejora del piso cada vez eran
mayores. La hipoteca suponía un gasto fijo agobiante.
Y no podía renunciarse a vivir
allí y de esa manera porque aspiraba, con elogioso afán materno, a conseguir
para los hijos un alto nivel social con la educación que recibían y las
amistades conseguidas.
Pero el
sueldo, aunque bueno, no daría para tanto durante mucho tiempo
Creada ya entre los nuevos conocidos
la ficción de mantener una asistenta fija para la casa, hubo de prescindir
silenciosamente de tan costoso servicio.
No fue suficiente.
Acudió a su prodigiosa mente la
idea de aprovechar las cualidades y tendencias prometedoras del esposo, su elocuencia, su cultura y predisposición a cumplir las aspiraciones de ambos.. Podría
aquél conseguir mayores ingresos de los que recibía como trabajador por cuenta
ajena, si enfocaba su actividad, aprovechando sus dotes creativas y dedicándose
a emprender la formación de empresas que desarrollarán los proyectos propios.
Y así, contra la opinión expresa
de los padres y la reticente acogida de los amigos, dejó de recibir los
ingresos que, sin esfuerzo alguno extraordinario, le aseguraban una vida
tranquila y un futuro sin problemas.
Se
embarcó, con la animación de su esposa, en colaborar con una Empresa americana
en un estupendo proyecto de futuro.
Gracias a su indiscutible habilidad personal consiguió ella mantener la
ficción de que estaba su familia al nivel económico que tenían sus amigos y, en
efecto, mantuvo durante algún tiempo la apariencia de una familia de
"posibilidades"
Y así vivieron (al menos, de cara a los demás) “felices y comieron las
perdices” de la época. Y hasta ella consiguió que la familia de su marido (la
suya propia vivía lejos y a su aire) aceptara celebrar las Navidades de aquel
año en su propia casa, donde disfrutaron de los apetitosos platos de una cocina
selecta preparados por ella misma, porque -eso sí- había llegado a ser una
consumada cocinera y, desde luego, era una esforzada trabajadora..
Y aquí se acabaron "las vacas gordas".
El último mes del año trajo una
preocupante noticia: la Empresa que regentaba el marido no conseguía ”levantar cabeza" hasta el punto de que
ese mes él tuvo ya dificultades para retirar los emolumentos que ordinariamente
servían para mantener el ritmo habitual de la casa.
Comenzaba el período de "las vacas flacas"
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